El actor británico Orlando Bloom llegó al Festival de Cine de San Sebastián a medianoche, como Cenicienta, escoltado por el rugir de una treintena de moteros que le acompañaron hasta el Kursaal, donde se presentaba la película que produce «The greasy handes preachers«, en la sección Savage Cinema.
La nube provocada por los escapes no se diluyó hasta que la comitiva atravesó el puente sobre el Urumea que separa el María Cristina del Kursaal, escenario del Festival, y un fuerte olor a goma quemada fue perfumando la noche, deliciosa hoy en San Sebastián, con cielos despejados y cerca de 20 grados centígrados.
El príncipe Legolas de la trilogía «El señor de los Anillos», la última estrella rutilante del universo de este Zinemaldia 2014, llegó pasadas las once de la noche al hotel María Cristina de la capital donostiarra donde derrochó simpatía entre sus centenares de fans, muchas de las cuales llevaban cerca de dos horas esperándole.
De hecho, muchas de ellas decidieron conservar el sitio logrado a media tarde para saludar al sex symbol del momento, Josh Hutcherson, para disgusto del «titular», Benicio del Toro, que tuvo que compartir con el joven protagonista de «Los juegos del hambre» selfies y autógrafos; la alfombra roja del Zinemaldia acusaba el cambio generacional.
Un ensordecedor ruido de motores sacudió el hall del Kursaal, hasta donde se metieron algunas de las motos, avisando de que la proyección iba a comenzar.
Vestido absolutamente informal, vaqueros negros, deportivas en color berenjena brillante, camiseta de rayas marineras y largo pelo negro, Bloom provocó auténticos alaridos en la sala de cámara del Kusaal K2, aunque bien es cierto que la mayoría los provocaban los propios actores de la película que llegaron al delirio cuando el británico pidió un aplauso para ellos.
«Es placer estar aquí con este grupo de gente, en esta ciudad», comenzó diciendo el atractivo Will Turner de «Piratas del Caribe, la maldición de la Perla Negra».
Ya como productor de la cinta, sólo dijo que la eligió porque «le había chocado mucho la integridad de la historia, una película -dijo-, que «parte de la idea circular de que los hombres y las mujeres salgan de si mismos para volver a sí mismos», aunque acto seguido explicó que lo entenderían cuando vieran la película.
«Siempre he querido las motos», se despidió el actor, también embajador de buena voluntad de Unicef desde 2009.
Como productor, Bloom es responsable también de «El buen doctor» (2011), un thriller que interpretaba y antes, en 2004, probó suerte con Haven. EFE