Fatalismo del género negro pervive en el San Francisco de la alta tecnología

Humphrey Bogart "The Maltese Falcon"
Humphrey Bogart en "The Maltese Falcon". IMDB/mptvimages.com

San Francisco (EEUU).- El fatalismo del género negro, inmortalizado en películas ambientadas en San Francisco como «Maltese Falcon», sigue vivo en los rincones más oscuros de la ciudad pese a los aires tecnológicos que soplan ahora en la Bahía.

Y nadie mejor que Don Herron, un taxista que recorre las cuestas de San Francisco al anochecer y guía del recorrido literario más antiguo de EEUU, conoce los entresijos de un género enigmático, cuyo ingrediente clave es el final trágico y en el que no pueden faltar la mujer fatal, el asesinato y un ambiente urbano y noctámbulo.

«Comencé a hacer el recorrido en 1977», explica Herron frente al Ayuntamiento de San Francisco en un sábado reciente al alrededor de docena de personas que participaron en el itinerario de unos cinco kilómetros y cuatro horas por la ciudad.

«Comencé cobrando un dólar por persona y hace unos meses un turista me dijo que eso es el equivalente hoy en día justo de lo que cobro, 20 dólares», afirma el guía.

El recorrido por el San Francisco de Dashiell Hammett (1894-1961), autor de «El Halcón Maltés», que inmortalizaron en la gran pantalla en 1941 Humphrey Bogart, Mary Astor, Peter Lorre y Gladys George, se adentra por los callejones sin salida que transitó Sam Spade, el detective al que dio vida el escritor estadounidense.

«Hammett nació un 27 de mayo de 1894 en un condado rural del estado de Maryland», explica Herron al comienzo del trayecto, cuando aprovecha para recordar la poca fortuna del padre del escritor en todos sus proyectos.

«Por aquel entonces había unos cuantos superricos, masas enormes de pobres y no mucho en el medio. Creo que quieren que volvamos a ese punto», bromea Herron en medio de una creciente tensión en San Francisco por la desigualdad de ingresos entre el común de los mortales y los nuevos ricos de la tecnología.

El desembarco de millones de la tecnología, que han ayudado a sanear la cara a la ciudad, y el optimismo del que hacen gala los emprendedores de Silicon Valley contrasta con el género negro al que ha estado estrechamente asociada San Francisco durante casi un siglo.

En ese San Francisco la oscuridad acarreaba un cierto romanticismo y los héroes corruptos acababan perdiendo.

El recorrido de Dashiell Hammett transcurre en gran parte en el Tenderloin, donde vivió y escribió muchas de sus historias el detective convertido en autor.

Barrio con toques de Art Deco y edificios de los años veinte, las calles del Tenderloin acogen ahora a vagabundos y drogadictos y son escena de buena parte del crimen en la ciudad.

«Por favor no ocupen toda la acera. Hay que dejar paso a las trayectorias de los psicópatas callejeros, aunque últimamente no he visto a muchos», advierte Herron poco antes de que una mujer con apariencia de drogadicta irrumpa persiguiendo a gritos a un hombre que trata de huir.

Fue en esas calles donde Hammett dio vida a personajes que se inspiraron en su experiencia durante sus siete años como detective en la firma Pinkerton National.

La asociación de San Francisco con el género negro de Hammett está también muy presente en los bares al estilo clandestino que todavía existen en la ciudad, como Bourbon and Branch, al que hay que acceder mediante el uso de una contraseña.

Al frente de varios de esos locales está Brian Sheehy, propietario de cinco bares estilo clandestino.

Muestra también del apego de la ciudad al legado de Hammett es el Festival de Cine Negro que se celebra cada año y que cuenta con una audiencia fiel y entusiasta.

Eddie Muller director del festival desde hace doce años aseguró, en declaraciones recientes al diario The New York Times, que el atractivo del género negro puede resumirse en tres palabras: «sufrir con estilo». EFE/Teresa Bouza

Más relacionadas