Democracias electorales

Danilo Arbilla
Montevideo, Uruguay

Pocas buenas nuevas hubo para los más de 400 directores, editores y periodistas de la Sociedad Interamericana de Prensa que se reunieron en Santiago la pasada semana. Sus conclusiones fueron elocuentes: “La libertad de expresión y de prensa en el hemisferio enfrentó un marcado deterioro en los últimos seis meses debido a un significativo incremento de la censura directa e indirecta y los ataques físicos a periodistas”. Once periodistas fueron asesinados en un semestre; casi dos por mes.

Y tras los ataques y retrocesos en el ejercicio de la libertad de expresión, según surgió de los debates y de los diversos análisis y exposiciones, proliferan las violaciones a los derechos humanos, crece la corrupción y se deteriora y degrada la democracia; si es que se puede hablar ya de democracia.

Es que, como afirmó la exrelatora de Libertad de Expresión de la OEA, la colombiana Catalina Botero, la libertad de expresión y la labor del periodismo independiente son “las grandes barreras contra la arbitrariedad y no pueden estar a disposición de la simple voluntad de un presidente”.

Con la autoridad que le dan seis largos años de esforzada y brillante gestión al frente de ese oficina de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), Botero, quien señalo entre los casos más graves de ataques y censura a la prensa los de Ecuador y Venezuela, alentó a los periodistas a “resistir los embates”. “Ellos, (los enemigos de la libertad de expresión) no cejan en sus intentos, pero que sepan que tampoco nosotros cejaremos en combatirlos”, afirmó la abogada y exjuez colombiana.

El abogado chileno José Miguel Vivanco, titular de Human Rights Watch, otro de los expositores presentes en la reunión de la SIP, también fue enfático en acusar a los gobiernos de los dos países ya citados, entre otros de la región, “de anteponer la potestad del Estado a los derechos individuales de las personas” y en particular la libertad de expresión que no solo implica poder “decir lo que se piensa”, sino “no sufrir represalias económicas, físicas o legales por hacerlo”.

Censura, ataques a periodista y limitaciones a la libertad de expresión y desaparición de la democracia van al unísono, como quedó claramente explicitado y demostrado en un panel sobre “¿De que democracia hablamos en Latinoamérica, a la luz de la libertad de expresión?”, que contó con la participación de Mary O’Grady, columnista de The Wall Street Journal (Nueva York), Joaquín Morales Solá, columnista de La Nación de Buenos Aires, y Genaro Arriagada, miembro del Consejo Nacional de TV de Chile.

Para el moderador, el ingeniero peruano Gustavo Mohme, director del diario La República de Lima y flamante presidente de la SIP, hoy por hoy, “lamentablemente, ni el Protocolo de Ushuaia sobre el compromiso democrático del Mercosur, ni la Carta Democrática Interamericana de la OEA, ni la Cláusula Democrática de la Unasur, ni la Declaración Especial sobre la defensa de la Democracia de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (la Celac), han constituido un verdadero aporte para preservar, fortalecer y perfeccionar la democracia en nuestra región”.

“Por el contrario, afirmo Mohme, lejos de cumplir con ese cometido, constituyen mas una cobertura, una especie de manto de legitimidad para gobiernos que en casos presentan muy poca transparencia en sus actos electorales, no respetan la separación y el equilibrio de poderes y, fundamentalmente, conspiran contra la libertad de expresión, contra la libertad de prensa y contra el derechos de los ciudadanos a acceder a una amplia y plural información”.

Tanto en ese panel, como en los diferentes debates llevados a cabo durante cuatro días estuvo en el tapete y en tela de juicio y fue motivo de análisis la esencia y legitimidad de las hoy definidas como “democracias electorales”, de las que tanto hablan y se ufanan funcionarios internacionales y que permiten desentenderse y dar vuelta la cara a más de un presidente, de los que se esperaban actitudes mas decididas y principistas.

Con censura de prensa, políticos proscritos, limitaciones de todo tipo a la oposición, uso y abuso del poder y los recursos del Estado al servicio del candidato oficial y su reelección, como ha ocurrido en Venezuela, Bolivia, Ecuador y Nicaragua, es claro que no se puede hablar de elecciones libres ni de gobiernos democráticos. Como dijo un asambleísta, serán “democracias electorales” tanto como le eran las de Trujillo, Somoza y Stroessner.

Cuando a los distinguidos panelistas se les preguntó si ellos consideraban que había democracia en los cuatro países citados, los tres, al unísono, respondieron con un rotundo: No.

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* Danilo Arbilla es periodista uruguayo. Su texto ha sido publicado originalmente en el diario ABC Color, de Paraguay.

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