Atenas/Bruselas, 31 ene (EFE).- El nuevo Ejecutivo de Grecia ha querido mostrar en su primera semana a Bruselas que su país ha cambiado y lo ha hecho con reticencias a una cuestión delicada como las sanciones europeas a Rusia, un asunto que la UE sorteó con diplomacia y con un llamamiento a la unidad.
Bruselas y el resto de socios han querido evitar la confrontación directa con Grecia, pero la alta representante de Asuntos Exteriores de la UE, Federica Mogherini, admitió que la reunión extraordinaria sobre la crisis ucraniana del jueves había sido «no tan emocional como otras veces, pero sí profunda».
Mogherini subrayó que los Veintiocho consiguieron mantener la «unidad» y la «fuerza» del bloque frente a Rusia, un país del que reiteraron las evidencias de que apoya a los grupos separatistas en el este ucraniano.
Algunos socios habían manifestado previamente, según fuentes comunitarias, su «preocupación por los lazos entre Grecia y Rusia», después de que el primer representante extranjero recibido en Atenas por el nuevo primer ministro, Alexis Tsipras, fuera el embajador ruso.
La diferencia entre Atenas y otras delegaciones, como la británica, estaba en que el texto inicial hacía referencia a posibles «medidas restrictivas» que la UE podía adoptar en el futuro contra Moscú si la situación en Ucrania no mejora, y que la delegación helena quería sustituir por «acciones apropiadas».
El ministro de Exteriores heleno, Nikos Kotziás, explicó que su país se distanció del resto de socios comunitarios porque no les consultaron sobre el texto, no por su contenido, y que nunca quisieron comportase como «un mal chico».
En ese sentido, el portavoz del Gobierno de Atenas, Gavriil Sakelaridis, rechazó en declaraciones a Efe que el nuevo Gobierno se plantee buscar un mayor acercamiento hacia Rusia.
«Nuestra voluntad es mantener buenas relaciones diplomáticas tanto con EEUU, como con Rusia y China, teniendo siempre en cuenta el interés nacional y europeo. No mantenemos ninguna relación diplomática privilegiada con Rusia», dijo.
Sin embargo, el hecho de que la primera reunión de Tsipras con un diplomático extranjero fuera precisamente con el embajador ruso -le siguió el chino- ha despertado susceptibilidades entre algunos socios de la Unión Europea, que ven que Grecia podría estar buscando otras fuentes de financiación para el caso de que falle su línea de negociación frente a sus acreedores de la troika.
Así se han interpretado algunas frases de los nuevos ministros durante los primeros días de gobierno.
Así, por ejemplo, el ministro de Ministro de Reconstrucción Productiva, Agricultura y Alimentación, Panayotis Lafazanis, aseguró que el hecho que Grecia esté en la UE no significa que no pueda tener relaciones con el resto del mundo.
«Por eso no estamos de acuerdo con el embargo a Rusia. Grecia no tiene ningún interés en imponer sanciones a Rusia. No tenemos diferencias con Rusia y con el pueblo ruso», destacó.
Los agricultores griegos, con fuerte dependencia de sus ventas a Rusia, se habían quejado desde un principio contra estas sanciones.
Por su parte, el nuevo titular de Defensa y único ministro del socio menor de la coalición, el partido nacionalista de derechas Griegos Independientes, Panis Kamenos, afirmó que Grecia espera «mejorar las buenas relaciones» y mantener los programas (de compra de armas) interrumpidos a causa de las sanciones.
Sin embargo, y pese a que desde Rusia el ministro de Finanzas ruso, Anton Siluanov, afirmase que en caso de que Grecia solicitara ayuda económica a Moscú, «se tendría en cuenta» esta petición, las acciones emprendidas por Atenas en su primera semana no solo no han podido gustar a los socios de la UE, sino tampoco a Moscú o Pekín.
Rusia y China están directamente afectados por la decisión del Gobierno griego de paralizar todo proceso de privatización de sectores claves para la infraestructura, como las redes viales, puertos y aeropuertos.
Así, por ejemplo, la empresa de ferrocarriles rusos era candidata favorita para hacerse con los ferrocarriles griegos, y otra compañía rusa había manifestado interés por el puerto de Salónica.
Por su parte, la compañía china COSCO, ya propietaria de parte del puerto de El Pireo, estaba en vías de ampliar su participación. EFE