Un estado de desvergüenza

Diego Ordóñez
Quito, Ecuador

En redes sociales muchas cuentas anónimas defienden al correísmo y lo hacen con furibundos ataques a tuiteros que lo critican. El lenguaje es procaz, agresivo, amenazante. Hay cuentas dirigidas contra líderes opositores, a quienes les fabrican responsabilidades, les atribuyen defectos y se burlan de ellos.

Las cuentas de tuiteros que atacan al régimen centran sus críticas en el presidente a quien buscan las costuras y denuncian sus contradicciones. Usualmente son mordaces, repletas de sarcasmo. Pero, rara vez he leído groserías que menten la historia familiar, que comparen sus expresiones con fluidos humanos, que le acusen de delitos. Deben haber quienes lo hacen, pero en general –y es percepción- siempre cunde miedo.

Pero digamos que las cuentas que atacan y las que defienden a Correa son igual de grotescas. ¿Quién se cree, o de que excepcionalidad o que superioridad moral se atribuye el presidente Correa para exigir normas de lenguaje escrito o gráfico, o poner límites –éticos (¿?) según ha dicho el secretario de propaganda- solo a aquellas cuentas que le irritan? Si fuere el caso, si sería moralmente permitido limitar esas formas de expresión, es obligatorio, por integridad demandar lo mismo a aquellas cuentas en redes sociales que agreden con dureza extrema a opositores políticos, periodistas críticos, líderes sociales disidentes, o ciudadanos que somos adversos.

Tolerancia y respeto no se agota en escuchar al otro. Implica la comprensión de la imperfección propia, del riesgo de error y la duda sobre que una idea contrapuesta, sea razonable. Demanda un gran esfuerzo de humildad para sentirse igual al otro. Y de allí el respeto a su dignidad y a su valor como ser humano. Principio elemental de la única igualdad posible. Las normas de la igualdad esencial entre personas, morales o positivas no admiten excepción, peor aún por rango. La excepción a favor de quien tiene el poder de las exigencias de normas de la convivencia, es feudal y monárquica.

Al igual que sus razonamientos para negar el derecho de personas no identificadas a escribir comentarios adversos o burlarse, sin increpar a los otros que sí atentan a la honra de opositores con cierto aire de impunidad, también en el show sabatino y en cuanta cadena de la SECOM, se hace escarnio sin reparar que lo dicho daña a las familias de los agraviados y sin derecho a replicar o respuesta.

Los sábados se insulta con afectación. Se degrada las virtudes intelectuales de los adversarios, se ofende su dignidad, se altera su historia de vida. No obstante, Correa se lamenta –convertido en un sufridor según sus calificativos- por el daño que ocasiona a sus hijos un “meme” con la foto (expuesta en la cuenta @CrudoEcuador) en la que aparece él, en un centro comercial, con una funda en sus manos. El sarcasmo de mostrar a Correa de shopping en Europa, no es difamatorio, no agrede su dignidad. No es comparable con los epítetos que él profiere. No se aproximan en el nivel de irrespeto que comportan. Y además cometió el error de afianzar la sorna y profundizar el ridículo con la explicación. Qué él no va de compras. Qué ingresó a un centro comercial a calentarse. Qué es una conspiración.

Pero, asumamos cínicamente, que así es la naturaleza humana de Correa, ó que así mismo es la lucha política. De ser así, entonces, aguante lo que le dicen que es el precio que debe pagar por lo que él dice. La creencia de su intangibilidad es una aberración.

Esa creencia es la que inspira la amenaza contra quien hacemos preguntas incómodas o expresamos certezas incómodas sobre el 30S. Advertencia-amenaza que muestra que esa aberración –la intangibilidad- ha calado en la subjetividad al punto tal de pretender que la verdad dicha es única y que otras versiones son sediciosas.

En este esfuerzo persecutorio y represor, no se escatima sólo en exponer públicamente las identidades reservadas de tuiteros incómodos, sino que ha sucedido en más de una ocasión, que se utiliza cuentas anónimas de acérrimos correístas, para que apoyen en el intento de silenciar. Así lo ha hizo el secretario Alvarado que copió un tuit orientado en mi contra a una cuenta procaz para provocar, en mi entender, que las agresiones se disparen.

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