Los pobres salvarán el capitalismo ¿Y a nosotros?

Martina Vera

Martina Vera Pérez
Madrid, España

A John Hope Bryant, afro-americano, no le tiembla el pulso cuando arguye con un tono humorístico, aleccionador y alentador, que los políticos y empresarios de su país han ignorado a la mayor fuerza re-instauradora del éxito económico en Estados Unidos: los pobres.

Su elevado discurso sociológico y liberal, le ha merecido a Bryant asesorar a ocupantes de la Casa Blanca como Barak Obama y Bill Clinton. A pesar de que hoy viste elegantes trajes y se codea con figuras influyentes, no hace mucho, se encontraba desempleado y sin un techo donde dormir en los suburbios de Compton, una de las localidades más peligrosas de Los Ángeles. Es precisamente su experiencia como un exitoso empresario nacido en Compton, la que le hace sentirse confiado al garantizar que son las clases pobres quienes salvarán el capitalismo. ¿Pero en qué se basa tan descabellada propuesta? ¿Será esta una más de las iniciativas que solo tienen cabida bajo el manto del sueño Americano, o podrá aplicarse también a economías emergentes cómo la nuestra?

YA OCURRE

“Las clases pobres ya están salvando al Capitalismo, pues en Estados Unidos consumen el 95% de sus ingresos personales mensuales y por tanto, reintegran este dinero al mercado”, comentó Bryant en el IE Alumni Forum 2015 celebrado en Madrid. El 70% de la economía de Estados Unidos gira en torno al consumo. Tras la crisis financiera del 2008, un número inferior de hogares tiene ingresos suficientes a final de mes para destinar a gastos de consumo o inversión, lo que amenaza con minar su economía. La situación empeora frente a la escasez de crédito bancario.

Las entidades que han prestado en el pasado a quienes no podían confrontar sus deudas, han pecado de ineficiencia y no pueden permitirse repetir el mismo error en el presente. Bryant define al factor causante de estos males en una frase: FALTA DE EDUCACIÓN FINANCIERA. Propone que la clave al éxito económico del país radica en combatir dicha carencia y enseñar a los niños a emprender de manera responsable.

EN ECUADOR, POBRES 41%

Bryant califica a todos aquellos individuos que llegan a fin de mes sin un dólar extra sobre su mesa, como la clase pobre de Estados Unidos. Si aplicamos esta definición al marco de la economía familiar ecuatoriana, entonces categorizamos de “pobre” al 41,1% de la población. Este es el porcentaje de familias cuyos gastos superan sus ingresos en nuestro país, de acuerdo a las últimas estadísticas publicadas en la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos del INEC. Esta información también apunta a que, quienes menos dinero ganan, son quienes mayor porcentaje de su dinero reintegran al mercado.

A pesar de que el nivel de consumo de nuestro país jamás será comparable al del mayor consumista del mundo, éste se ha incrementado a pasos agigantados durante los últimos cinco años. De acuerdo a la Superintendencia de Bancos y Seguros, en el 2012 el saldo de la cartera de crédito para consumo creció en un 121.6%; las cifras marcadas en el sector de las tarjetas de crédito (el número de tarjetas emitidas subió en un 28% y el consumo con tarjeta en un 47%), confirmaron un incremento substancial del consumo en el País. De la mano de dicho consumo devana el riesgo de que, tanto consumidores como prestamistas poco informados, hagan un manejo irresponsable de sus finanzas, al igual que le ha sucedido a la primera potencia mundial.

“A las clases pobres nunca nos llegó el memo financiero y mientras no comprendamos las dinámicas del sistema capitalista en el que vivimos, seremos esclavos del mismo”, confirma Bryant al explicar los motivos de la ignorancia financiera de su país. En resumen, el problema de base en la economía estadounidense, radica en que quienes tienen el potencial de estimularla, no comprenden sus dinámicas; no saben cómo desarrollar su propia empresa e ignoran como gestionar su dinero, lo que redujo la probabilidad de que saldaran deudas en el pasado y contraigan préstamos en el presente. En Estados Unidos, se cometió el error de “repartir peces sin enseñar a pescar”. ¿Debemos asumir el ejemplo americano como el apocalipsis ecuatorianp o las profecías de Hope Bryant resultan nulas para un país como el nuestro?

ESCENARIO PARECIDO

El Ecuador también ha pecado al “regalar peces sin enseñar a pescar”. Una prueba de ello es que el índice de morosidad registrado ha venido incrementando desde el 2012. De acuerdo a la Asociación de Bancos Privados del Ecuador, la mayor incidencia en el incremento provino del consumo, con un 64,8%, seguido por el microcrédito con un 14,9%. Más importante e impactante en cifras actuales, resulta la morosidad hacia el Estado. Ejemplo de ello es que en el 2013, el Banco Ecuatoriano de la Vivienda (de propiedad estatal), registró pérdidas hasta de $14 millones sólo en el primer semestre del año y mostró un deterioro en su cartera de crédito que conllevó a su disolución, factores en los cuales pesaron también incapacidad y corrupción. Otros bancos: BNF, BEDE, COFIEC, tampoco han brindado cosechas prósperas al gobierno. Solo el Pacífico ha sido un éxito.

Para combatir la falta de educación financiera, Bryant propone implementar la estrategia que desarrolla su proyecto “Operation Hope”: enseñar a emprender e introducir el memo financiero en comunidades deprimidas. El propósito de dicho cometido es incrementar el nivel crediticio de quienes disponen de menos recursos para que las entidades financieras dejen de evaluarlo como un “riesgo” y acepten concederle préstamos. ¿El resultado? Individuos instruidos y deudores ideales. PESCADORES!

AQUÍ HAY CRÉDITO PERO NO BASTA EMPRENDER…

A pesar de que en Ecuador la concesión de crédito para emprendimiento no ha sido escasa en los últimos años (tanto de la banca privada como de la pública), alto es el riesgo de que se reduzca la disponibilidad del mismo ante el mal manejo financiero de los deudores. Hoy en día, Ecuador consta como el país con mayor índice de emprendimiento de América Latina (26%). Sin embargo, de acuerdo a un estudio realizado por Global Entrepreneurship Monitor en el 2013, la proporción de negocios dedicados a la transformación de un mayor valor agregado, es menor que la media de la región (Ecuador: 16%; Colombia 52%, Chile: 24%). Esto quiere decir que la mayoría de nuestros emprendedores no manejan sus recursos con sabiduría. En Ecuador, el 36,7% de los que emprenden lo hacen por necesidad, con escasos conocimientos y con alta probabilidad de fracaso. Frente a tal panorama, está claro que nada se perdería con probar algunas de las recetas de Hope Bryant en nuestro país. El dilema se presenta al cuestionar si tal receta liberal, parcialmente dependiente de la banca y promotora del desarrollo empresarial independiente, tiene cabida en un escenario que favorece la intervención estatal férrea, desplaza a la banca privada y rechaza las recetas que conceden alas a quienes carecen de ellas.

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