Las verdades de Hillary

Jorge Luis Jalil
Guayaquil, Ecuador

Con el inicio de las campañas para las elecciones primarias en Estados Unidos, cuyo fin es elegir el candidato único tanto del partido Demócrata como del Republicano, escándalos viejos y nuevos comienzan a aquejar a diversos candidatos. Me referiré a una pre-candidata en particular, Hillary Rodham Clinton, quien por supuesto, no es un nombre nuevo en la política estadounidense.

Cuando Hillary era una joven abogada, fue una ardua crítica del Presidente Richard Nixon por su falta de transparencia al enfrentar escándalos y su política de secretos. Sin embargo, hace unos días salió a la luz que mientras Hillary era Secretaria de Estado, muchos de los asuntos delicados inherentes a su puesto, eran tratados en una cuenta personal de su fundación y no de la secretaría propiamente.

Muchos se preguntarán por qué esto es un problema. Las autoridades norteamericanas han solicitado la entrega de todos los mails contenidos en ese correo personal. Lo que sucede, es que habiendo tenido control de lo que era entregado a las autoridades y lo que no, ella se encontró en una posición muy cómoda para eludir responsabilidades y no entregar mails que podrían comprometerla. Claro, ella tenía una excusa: Hillary aseguró que los mails que no fueron facilitados trataban temas personales como el matrimonio de su hija, el funeral de su madre, entre otras cosas (típicas excusas emocionales propias de la familia Clinton). Lo cierto es que nadie más que su equipo estuvo en capacidad de revisar los correos de su cuenta personal antes de entregar la respectiva información. Incluso miembros de su propio staff aseveraron que la filtración de los correos se hizo mediante el uso de palabras clave, relevantes según ella para la investigación. Cabe preguntarse entonces, ¿Es este un método eficaz para separar los correos privados de Hillary y los relacionados con su trabajo como Secretaria de Estado?

Otra de las cosas que se ha descubierto es que antes y después de la gestión de Hillary en la Secretaría de Estado, la fundación que su esposo, ella y su hija manejan recibió donaciones de gobiernos extranjeros. Por ejemplo, la fundación Clinton recibió cerca de 7.3 millones de dólares de Arabia Saudita. Recordemos que este país pena el adulterio e incluso, en una ocasión una mujer fue castigada severamente por encontrarse en el mismo carro con un hombre que no era su esposo (que, cabe recalcar, la estaba violando). Entonces, no sería lógico creer que Hillary es una mujer que cree firmemente en la defensa de los derechos de las mujeres, si acepta dinero proveniente de países con este tipo de prácticas. Por supuesto, no es menos importante plantearse la duda si las aportaciones recibidas de gobiernos extranjeros antes y después de la gestión de Clinton en la Secretaría de Estado no tiene algo que ver con la política que ella aplicó cuando ocupaba el puesto.

Muchas encuestas de opinión en Estados Unidos le dan a Clinton la nominación demócrata e incluso la presidencia. Sin embargo, estos escándalos podrían servir a los votantes para abrir los ojos y darse cuenta que votar por Clinton es votar por lo mismo. El dominio de Wall Street sobre el gobierno (Hillary recibe altas sumas de dinero de donantes como JP Morgan o Bank of America) se agravaría, los acosos al ciudadano con impuestos y regulaciones aumentarían, las prácticas dudosas de su esposo y ella en los últimos 25 años se perfeccionarían.

Hay personas que ven a Hillary Clinton como una “santa”, una mujer luchadora e idealista cuyo único propósito es un mejor despertar para los Estadounidenses. Si nos ponemos a ver de cerca las cosas que se han descubierto tanto de ella como de su esposo, lo que queda claro es su obsesión y adicción por el poder. ¿Es esto lo que necesita EEUU?

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