Penn & Teller llevan su magia a Broadway

Penn & Teller

NUEVA YORK (AP) — La magia no llega por arte de magia.

Ese es el principal mensaje de Penn and Teller, quienes por 40 años se han caracterizado por ser unos magos bastante heterodoxos, haciendo todo lo posible para acabar con la mística de capa y barita mágica de sus colegas.

Para ellos la magia no es vudú, es una habilidad que ellos han adquirido sin comparación y exhibirán en el Teatro Marquis de Broadway a partir del martes durante seis semanas, hasta el 16 de agosto.

Tras su larga asociación y sus doce años de espectáculos en Las Vegas, «Penn & Teller on Broadway» tiene toda una bolsa de trucos que van de sus primeros meses juntos a ilusiones presentadas hace apenas unas semanas.

Pero Penn y Teller no quieren «engañar» a la gente (dicen que a la gente no le gusta eso) sino retar sus percepciones.

«Se trata de contrastar lo que te dicen tus sentidos con lo que la experiencia te está diciendo», dijo Teller, el callado del dúo quien en persona es bastante locuaz. «Ya sabes todo lo que debes de saber sobre los misterios que estamos haciendo, sólo estamos poniendo la información de manera que te cueste trabajo acceder a ella».

«Es mucho más interesante así», agregó Penn Jillette, la contraparte extrovertida y alta de Teller. «Si un mago afirma que está haciendo algo sobrenatural es un intento por engatusarte o simplemente está mintiendo. Nosotros decimos ‘aprendimos estos trucos, y estos trucos nos permiten jugar con lo que ustedes afirman que es verdad’. De esa forma trabajamos con el público para que piensen sobre esto».

Y también los hacen reír. El dúo usa la comedia para contrarrestar las pretensiones tradicionales de los magos. Ambos son racionalistas y por eso no es de sorprender que su espectáculo sea irreverente, incluso subversivo, al grado de dar la ilusión de que Teller es un enano. Y lo es, pero sólo porque mide 1,72 y Penn 2 metros.

Al entrevistarlos recientemente en una oficina de producción en Manhattan, les complace decir que a diferencia de los magos clásicos, ellos no le hacen perder el tiempo al público preparando arrogantemente el terreno para cada truco.

«Yo trabajaba en silencio antes de conocer a Penn», dijo Teller, de 67 años, quien por si hubiera alguna duda sobre su nombre le enseña a un reportero varias tarjetas de crédito y su licencia de conducir en las que llanamente dice Teller. «Era para revelarme de los magos y porque todo lo que escuchaba en trucos de magia era muy estúpido».

Así que en el escenario Penn, de 60 años, es el que habla. Interpreta el papel de dominador con Teller como su cómplice.

Para estas alturas tienen entre tres y cuatro horas de magia en su repertorio activo, «y siempre hay dos o tres ideas nuevas en el tintero», dijo Teller. Pero la investigación y el desarrollo de cada truco nuevo les puede llevar entre seis meses y seis años.

«Creo que la gente no se puede imaginar en cuántos callejones sin salida nos metemos a 200 kilómetros por hora», dijo Penn.

«No es como tocar una canción nueva en la guitarra», dijo Teller. «Tenemos que hacer el equivalente a inventar la guitarra, aprender a tocarla, escribir una composición para ella y después interpretar la canción».

Para su espectáculo de Broadway, Penn y Teller presentarán un truco cuya gestación — seis años y medio — es un récord para ellos.

«Desaparecemos un elefante africano pigmeo con manchas», dijo Penn, con una sonrisa maligna. «Algunos dicen que el elefante que usamos es simplemente una vaca disfrazada. Hay otros que dicen que la trompa es una manguera conectada a una bolsa de alimentos para vaca. Algunos dicen que es absurdo, pero creo que es el truco más increíble que podrán ver».

Pese a lo maravilloso de sus resultados, sus sesiones de lluvia de ideas suenan como un día de trabajo regular.

«Nos reunimos en un Starbucks los martes en la tarde por dos o tres horas y platicamos», dice Teller. «De esas conversaciones surgen varias cosas, incluso algo como un truco que no logramos que funcionara antes y que revivimos de pláticas que tuvimos hace 30 años».

Uno de sus trucos no nació por el café de Starbucks.

«Creo que estábamos tomando te», le recuerda Penn a Teller, «y tú empezaste a cantar ‘I’m A Little Teapot’ y yo dije ‘ese sería un gran truco»’.

«En el truco Penn canta la canción y yo actúo de tetera», dijo Teller, «y me levanta del codo — de mi ‘asa’ — y sirve una taza de té. Ese es un truco muy difícil, no sé cuánto nos tardamos en que funcionara».

«Como unos dos años», dice Penn.

«El público se deja llevar por el hecho de que es profundamente absurdo», dijo Teller. «Pero su segunda reacción es ‘eso es imposible»’.

Esa es la magia de los dos. (E)

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