No es una utopía

Hernán Pérez Loose
Guayaquil, Ecuador

La reciente posesión de los nuevos miembros del Consejo de Participación Ciudadana y Control Social ha puesto a la luz pública el país sobre el cual el Gobierno no quiere dialogar. Ya la misma institución es altamente cuestionable. ¿Cómo es que un organismo dice ser la expresión de participación ciudadana si sus miembros no son elegidos por votación universal? En toda democracia el órgano donde se expresan las diversas visiones de la sociedad es el órgano parlamentario, que en nuestro país mal o bien corresponde a la Asamblea Nacional. Pero más grave que esta falta de coherencia constitucional es el hecho de que la mayoría de sus miembros no han exhibido la suficiente independencia política frente al Poder Ejecutivo; una independencia que la exige la propia Constitución.

Lo que acaba de suceder con el mencionado Consejo de Participación Ciudadana es lo que muchos ecuatorianos desean que no vuelva a ocurrir cuando la presente etapa termine y probablemente seamos abocados a aprobar una nueva Constitución. Como tampoco desean que el organismo encargado de dirigir las elecciones, como quiera que este se llame en el futuro, esté conformado por ciudadanos vinculados con el Gobierno. ¿Queremos los ecuatorianos tener un organismo electoral sin la suficiente entereza para ordenarle al presidente, quien quiera que este sea, que respete la veda electoral como todos los demás actores políticos? ¿Queremos los ecuatorianos tener un sistema judicial controlado por un órgano administrativo íntimamente vinculado con el Poder Ejecutivo, o preferimos un sistema judicial independiente y profesionalizado? ¿Queremos tener un presidente que está más interesado en ganar las elecciones y en llenar la Plaza Grande con solo aplastar un botón, que en fortalecer la institucionalidad y la democracia? ¿Queremos tener a líderes que usen el insulto como forma ordinaria de comunicación? ¿Queremos los ecuatorianos tener líderes que pretendan que se le rinda pleitesía a su persona por hacer lo que la ley les obliga a hacer con los fondos públicos?

Ninguno de estos, y otros temas similares parecen formar parte del diálogo nacional convocado por el oficialismo. Pero ese país que muchos ecuatorianos desean –y en el que deberán conservarse los importantes avances positivos que se han dado en los últimos años– no es un país imposible de alcanzar. No es un país utópico, a pesar de que a muchos les parezca lo contrario. Lamentablemente tan acostumbrado han estado muchos a guardar temeroso silencio ante tanto atropello que han terminado por creer que el país de hoy no puede cambiar para mejor. Pero no es así. No es una utopía anhelar una nación donde el empresario no sea insultado por pagar impuestos, o donde el opositor no sea pisoteado en su honra por el hecho simple de ser opositor, o el dirigente sindical no sea maltratado por levantar su voz de protesta, o el periodista no sea perseguido por el hecho de presentar una visión de los hechos que desagrade al poder.

Ese país es un país posible pero solo en la medida en que todos nos pongamos a trabajar por él.(O)

* El texto de Hernán Pérez Loose ha sido publicado originalmente en El Universo.

Más relacionadas