Dispensario médico se construyó con botellas ‘pet’ en Quingeo

Dispensario médico en Punta Hacienda, de la parroquia Quingeo del cantón Cuenca.

Cuenca.- Se encuentra en la comunidad de Punta Hacienda, en la parroquia azuaya de Quingeo. Un dispensario médico construido utilizando botellas ‘pet’, como una apuesta de reciclaje y cuidado del medio ambiente.

Quingeo está a 40 kilómetros de Cuenca, es una de las parroquias más grandes de ese cantón y cuenta con 24 comunidades. Una de ellas es Punta Hacienda. Alrededor de 300 familias la habitan. Debido a que el centro de salud de la parroquia les queda muy lejos a los habitantes de Punta Hacienda, la necesidad de un dispensario médico se volvió imperante.

Mariangela Serrano, la joven que ideó y lideró este proyecto comunitario, ha explicado a este portal que el terreno en donde se construyó el dispensario pertenece a la comunidad: fue donado por una familia de Punta Hacienda. Era una pendiente que imponía dificultades para construir, por lo que se llevó maquinaria pesada para nivelar el terreno. Los materiales fueron donados por empresas y personas solidarias de Cuenca. El anterior alcalde cuencano, Paul Granda, ayudó con piedras y tierra que eran retirados de los parques remodelados. La mano de obra fue enteramente una colaboración de los miembros de la comunidad.

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Las botellas pet se recolectaron con el apoyo de los scouts, ex becarios del Estado de Israel en un programada de liderazgo juvenil Mashav, escuelas y otros grupos, pero principalmente por los miembros de la comunidad que, aprovechando su cercanía al relleno sanitario de la ciudad. La construcción se dio gracias a mingas, durante los fines de semana, en las que contribuían incluso los niños.

El dispensario será usado por médicos y brigadas que asistan para atender a las personas. La construcción cuenta con dos consultorios: uno para medicina general y otro para medicina natural y ancestral. Para este último punto existen mujeres del sector que se han capacitado en ese sentido. También hay una sala comunal para reuniones y talleres de prevención de alcohol, violencia y conductas de riesgo en la niñez y adolescencia.

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Mariangela Serrano ha señalado que la construcción del dispensario «ha sido una experiencia increíble» pues tuvo la «oportunidad de trabajar con esta comunidad desde el año 2009, en talleres y como voluntaria de una fundación». Cuando la fundación cerró por falta de fondos, decidió asumir el proyecto. Serrano es una de las ex becarias del programa Mashav, del Estado de Israel.

Ver cristalizada la obra, para ella, es «una escuela de vida». Ella, junto a sus voluntarios, usó aproximadamente 15 mil botellas de tres litros, rellenas con tierra del sector, para construir el dispensario. Ella le atribuye todo el éxito del proyecto al compromiso y esfuerzo de los miembros de la comunidad, que fueron los grandes protagonistas de las mingas y de la construcción. Ella se considera solo una facilitadora de ese proceso. Por el momento su preocupación es encontrar las más donaciones, de las que ya obtuvo, para terminar de poner las baldosas y las puertas del dispensario. De hecho, las ventanas también son recicladas pues fueron de una casa que se destinó a la demolición. (I)

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