Ricardo Darín y los momentos «candy candy» de «Truman»

Ricardo Darín, actor argentino. Foto de Archivo, La República.

Ricardo Darín, última Concha de Plata a la mejor interpretación masculina del Festival de San Sebastián, «ex aequo» con Javier Cámara, por sus trabajos en «Truman», se muere de risa al confesar que dio por buena la expresión «candy candy» para explicar los momentos de máxima sensibilidad del rodaje de la cinta.

«La culpa la tiene Javier Cámara, fue él quien me contó lo de los momentos ‘candy candy’ y yo, como un pelotudo, lo repetí en diversas entrevistas donde me preguntaban por los momentos difíciles del rodaje», se excusa el actor ante un grupo de periodistas, entre ellos Efe, a los que presentaba la obra de teatro «Escenas de la vida conyugal», que estrena mañana en Madrid.

El rodaje de «Truman», una película en la que Darín interpreta a un hombre que va a morir prematuramente, mientras Cámara es su viejo amigo capaz de cualquier cosa por ayudarle a hacerlo con dignidad, estuvo cargado de emociones que los actores necesitaban «contener», apunta Darín.

«Cámara me dijo que esos momentos en los que las lágrimas se tragan eran ‘candy candy’: esto, por unos perversos dibujos animados japoneses a los que siempre dibujaban con lagrimitas chiquitas en los ojos que chispeaban, pero no acababan de caer», se ríe el actor, al que le sale la retranca típica de los argentinos.

Y sigue la broma cuando una periodista de Buenos Aires se disculpa avergonzada por preguntarle por su «concha» de Plata, una palabra que en Argentina se usa para nombrar el órgano genital femenino.

«Vergüenza es robar», zanja, muy serio, el protagonista de «El secreto de sus ojos», galardonada con el Óscar a la mejor película de habla no inglesa en 2009.

En cuanto a su último galardón, afirmó que lo agradece y que le hace sentir muy bien «porque premia una historia de amistad y nos premia a los dos».

«El jurado del Festival eliminó así toda posibilidad de mezquindad. Decir que alguien es ‘mejor’ es injusto; somos resultadistas -considera-; a veces, trabajos más sutiles pasan desapercibidos».

Darín considera que «sería muy soberbio» por su parte decir que se encuentra en su mejor momento artístico y personal, como proponía la periodista argentina.

«Los premios se los llevan uno o dos y nos olvidamos de lo que está detrás y que ha posibilitado que ese uno lo tenga; a mí -afirma- este premio me ha servido para recordar que, en los procesos en los que están involucradas tantas personas, los actores somos un elemento más».

Como ejemplo de sus palabras, el actor cita el trabajo del editor: «Le quita medio segundo a un plano y destruye un trabajo, o lo mejora. Es así».

Tampoco se cansa el argentino nacionalizado español de responder sobre su papel en «Relatos Salvajes», el «Bombita», un hombre corriente que acaba volando unas instalaciones públicas, harto de burocracia y falta de consideración y empatía por parte de la administración.

«Los ciudadanos estamos tan acostumbrados a ser atropellados, que cuando se visualiza una reclamación así de la dignidad, todo el mundo se pone de mi parte», comenta, tras manifestar repetidamente lo feliz que se encuentra de trabajar en el teatro con otra de las protagonistas de la película de Daniel Szifrón, Erica Rivas, la novia del último relato, que le da la réplica en la obra de Ingmar Bergman. EFE [I]

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