Aplastar a Macri

Macri será atacado de manera brutal por el kirchnerismo, que no dudará en poner a los poderes públicos a trabajar en esa dirección, así como por un segmento del peronismo. Para el kirchnerismo lo que está en juego es demasiado grande como para dejar de gobernar así nomás. Luego de años de haber destruido buena parte de la institucionalidad argentina –la poca que quedaba después de los gobiernos de Menem–, después de haber dilapidado y derrochado los recursos públicos y de haber gozado de una bonanza fiscal sin precedentes gracias a los altos precios internacionales de ciertos productos primarios, y de haber creado un cerco de impunidad gracias al sojuzgamiento de los organismos de control, a los ataques a la prensa independiente y al asalto a buena parte del sistema judicial, es obvio que para el oficialismo lo peor que le puede suceder es que gane la oposición. Hay demasiado en juego.

Demasiadas fortunas que escrudiñar y demasiados abusos que investigar. Un Estado que fue convertido en una suerte de gran bazar, donde se transaban beneficios económicos y favores políticos a espaldas de la sociedad, no va a permitir fácilmente que esa telaraña sea desmantelada.

Por ello la importancia, la desesperación por aplastar a Macri, infundiéndole miedo al electorado, al acusarlo de haber sido parte de la crisis financiera que sufrió Argentina varios años atrás. Y de mentir sobre su pasado de manera cínica. El oficialismo no parece entender, sin embargo, que el pueblo se cansó, se saturó, de su discurso lleno de violencia. Tantos años han gobernado con esa retórica publicitaria, llena de insultos y bajezas, que terminaron siendo víctimas de su propia lengua e interminable locuacidad.

Lo que en cualquier democracia relativamente civilizada es un evento natural –el que la oposición le suceda al Gobierno de turno– en la Argentina de hoy ello tiene ribetes apocalípticos.

En parte este dramatismo viene dado por el muy probable derrumbe del mito del peronismo. Un derrumbe que ha sorprendido a las propias élites argentinas que por medio siglo han tomado al peronismo como parte intrínseca y trágica a la vez de su destino. Queda por saber si esas élites están listas ahora para aceptar el reto o no.

El problema que enfrenta hoy el candidato oficialista es que tiene que enfrentar a dos adversarios. Por un lado tiene que enfrentar a Macri, y tiene que tolerar a Cristina y su círculo.

No dejaba de llamar la atención el hecho de que hasta antes de las elecciones en los círculos intelectuales que encontraba intolerable al continuismo del kirchnerismo con otro nombre, no le daba chances de ganar a Macri. Sí es la mejor opción, pero va a perder. Nadie puede ganarle al populismo, es invencible. El único consuelo, decían, era que Daniel Scioli no era lo mismo que Cristina Fernández.

El pueblo, una vez más, demostró ir por delante de sus líderes. (O)

* El texto de Hernán Pérez Loose ha sido publicado originalmente en El Universo.

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