Clinton, más agresiva para frenar a Sanders

El senador por Vermont y precandidato presidencial demócrata, Bernie Sanders, reacciona a una respuesta de su rival en la carrera por la nominación, Hillary Clinton, durante el debate que enfrentó a ambos políticos, organizado por la televisora MSNBC en la Universidad de New Hampshire, el 4 de febrero de 2016, en Durham, New Hampshire. (Foto AP/David Goldman)

MANCHESTER, New Hampshire, EE.UU. (AP) — Hillary Clinton ya pasó por esta situación antes. Ya vio cómo un rival político logra generar entusiasmo entre los jóvenes con propuestas idealistas que según ella no están siendo discutidas.

Así que el jueves, ella misma se ocupó del asunto.

En el primer debate a dos entre Clinton y Bernie Sanders, la ex secretaria de Estado intentó cuestionar sistemáticamente los planes del senador por Vermont para un sistema sanitario gestionado por el gobierno, su petición para una educación universitaria gratuita y sus opiniones sobre política exterior. Y echó en cara a Sanders sus «ingeniosas calumnias» sobre los elevados honorarios que recibió de los bancos de Wall Street y la implicación de que, como consecuencia, está en deuda con estas firmas.

«Realmente, no creo que ese tipo de ataques e insinuaciones sean propios de usted», dijo Clinton a Sanders. «Si tiene algo que decir, dígalo directamente».

La contundente actuación de Clinton fue el reflejo de la creciente frustración que hay en el seno de su campaña desde hace semanas. Su equipo cree que Sanders no está cumpliendo su compromiso de no realizar ataques negativos a su rival. Y creen que no está siendo claro con el electorado en lo relativo al coste de sus propuestas, especialmente su iniciativa para un sistema de salud con un único pagador.

Aprovechando el horario de máxima audiencia televisiva, Clinton intentó cuestionar las propuestas de Sanders ella misma. En lo relativo a una mayor implicación del gobierno en programas nacionales, dijo: «Los números no cuadran». Sobre política exterior, intentó hallar huecos en el argumento de Sanders de que su voto en contra de la invasión de Irak demuestra que tiene el juicio necesario para gestionar la implicación de Estados Unidos en el turbulento Oriente Medio.

«Una votación en 2002 no es un plan para derrotar a ISIS», dijo refiriéndose a las siglas que identifican al grupo extremista Estado Islámico en inglés.

En cuanto a su preparación para convertirse en la primera presidenta del país, Clinton explicó: «He sido investigada ya. Difícilmente hay algo de mi que no sepan».

Aunque la contienda entre Clinton y Sanders se había calentado en las últimas semanas, el acto del jueves llevó el rencor a un nuevo nivel. El debate se produjo después de la estrecha victoria de Clinton en los caucus de Iowa y solo unos días antes de las primarias en el estado de New Hampshire, donde Sanders lleva meses liderando las encuestas con una amplia ventaja.

Los aliados de Clinton no creen que su posición sea tan precaria como la de las primarias de 2008 que perdió con el presidente Barack Obama. Ven a Sanders con un candidato con menos atractivo, especialmente cuando las primerias se trasladen a estados con un electorado racialmente más diverso.

Pero hay suficientes e inquietantes ecos de aquellas primarias para despertar una ansiedad cada vez mayor y la determinación de no subestimar a Sanders. Incluso aunque Clinton cree que sus propuestas no son realistas, su rival ha acumulado suficiente dinero para mantenerse en la carrera durante meses — y apoyos potencialmente suficientes entre los votantes jóvenes y entre los demócratas liberales para seguir siendo competitivo en el recuento de delegados.

En el debate del jueves, Sanders seguía intentando hacerse con su nuevo papel como aspirante con opciones. Sigue estando más cómodo cuando se discute sobre economía y continúa buscando argumentos de política exterior con los que hacer frente a Clinton.

Reiteró su convicción de que, como presidente, pondrá en marcha grandes programas de gobierno a pesar de la división existente en Washington y de que estos proyectos incluirían subidas de impuestos para sufragar su coste. El senador mantuvo además sus intensos ataques contra los mismos bancos de Wall Street que pagaron a Clinton por discursos, cuestionando su decisión de tomar ese dinero como un ejemplo de lo que considera un vínculo inapropiado entre política y grandes corporaciones.

«Wall Street es una entidad con un poder económico y político increíble», señaló Sanders. «Es un hecho».

Aunque la contienda demócrata adopte un tono más agrio, Clinton es consciente de la delgada línea sobre la que debe caminar para distanciarse de Sanders sin decepcionar a sus seguidores. Sigue siendo la favorita para la nominación presidencial de su partido y necesitará a sus votantes — especialmente a los jóvenes que apoyan a su rival — en las elecciones generales.

En los últimos momentos del debate, que se prolongó durante dos horas, Clinton fue preguntada por si, en el caso de obtener la nominación, contará con Sanders como segundo en la campaña por la Casa Blanca. La aspirante puso reparos — «Creo que eso sería un poco presuntuoso» — pero dijo que Sanders tendría voz en su gobierno.

Sanders, le devolvió el favor: «A veces, en estas campañas, las cosas se van un poco de control. Yo respeto mucho la secretaría».

Y lo que había comenzado como un polémico enfrentamiento terminó con un feliz apretón de manos. (I)

Por Julie Pace

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