El peligroso lado político del fútbol

A nadie le queda la menor duda del poder de convocatoria que tiene el fútbol, su práctica llega a los rincones más alejados del planeta y su teoría va de a poco poblando la catédra en las universidades. Además, hablando televisivamente, los eventos futbolísticos obtienen audiencias récord. Pero el factor más exclusivo del fútbol, en comparación con los otros deportes, es el lazo íntimo que une a los seguidores con su equipo. Los hinchas del fútbol son más que fanáticos, son fieles seguidores con un delicado grado de dependencia hacia el equipo. El fútbol provoca en el aficionado una mezcla peligrosa de sentimientos, logrando incluso, que en algunos casos, se formen rivalidades violentas.

Este grado de apego y levantamiento popular que manejan los equipos de fútbol, ha despertado un profundo interés político a través de los tiempos. Gente que busca apoyo popular, ha encontrado en el fútbol una importante estrategia política, que en muchos casos ha resultado efectiva. Ciertos equipos de fútbol representan a ciudades o países enteros, lo que los convierte en un importante instrumento político, ya que controlar a estos equipos, puede llegar a significar gobernar el estado de ánimo de toda una región. Por estas razones, grandes figuras políticas, a lo largo de la historia, han utilizado al fútbol como un medio para realizar proselitismo y mover masas.

El primer político en meter mano en el deporte fue Benito Mussolini. Il Duce, buscaba utilizar el fútbol como medio para fortalecer el nacionalismo y el fascismo en Italia. De acuerdo a sus ideales, un país fuerte debía ser superior en cualquier nivel de competencia. Por ello, Mussolini movió toda su influencia política para que Italia organizara el Mundial de 1934. Sorprendemente, meses antes de dicho evento, varios países retiraron su candidatura para organizarlo y la responsabilidad cayó en Italia. Ya con la localía asegurada, Mussolini ahora debía formar un equipo y asegurarse de que gane todos los partidos. Empezó por nacionalizar, en un tiempo récord, a 4 jugadores de la selección argentina y un brasileño, mejorando así el nivel que tenía la selección italiana. Cuando el talento del equipo no fue suficiente, Mussolini tuvo que influenciar a los árbitros. De manera polémica, Italia ganó las semifinales y luego la final de aquel Mundial. Por única vez en la historia del fútbol, una semifinal y final del Mundial fueron arbitradas por el mismo árbitro, Ivan Eklind, quien era visto cenando con Il Duce la noche anterior a los partidos.

Siguiendo con la historia de los Mundiales, nos encontramos con el Mundial de Argentina 1978. Un país gobernado por la dictadura de Jorge Rafael Videla. La dictadura tenía el control total de los medios de comunicación y usó al fútbol como una cortina para tapar la cruel realidad que vivía el país, Videla quería venderle al mundo una imagen próspera de Argentina. Durante el Mundial, hubo asesinatos y desapariciones de los cuales los medios nunca hablaron. La famosa Marcha de las Madres en la Plaza de Mayo fue también ignorada por los medios, que se limitaban a publicar el progreso de la selección argentina en el Mundial. Inclusive, jugadores de la selección peruana, denunciaron ser amenazados por las autoridades y obligados a perder contra Argentina, para que la albiceleste pudiera avanzar a la siguiente ronda, evidenciando el profundo interés que tenían las autoridades en el triunfo de la selección. Aquel partido, lo terminó ganando Argentina por 6-1 y finalmente, Argentina terminaría ganando la Copa del Mundo en el estadio Monumental ante Holanda, logrando así su primer campeonato mundial.

El fútbol, así como afianza ideales políticos, también cuenta con el poder para acabar con uno. En Brasil, a mediados de 2013, se realizó la Copa Confederaciones de la FIFA, torneo que reúne a los campeones de cada confederación para disputar un título en el país que organizará la próxima Copa del Mundo. Un año antes del Mundial, Brasil organizó este evento. Este evento futbolístico fue parte de la debacle del gobierno de Dilma Rousseff. La cobertura mediática del evento expuso profundas falencias del pueblo brasileño. La gente estaba descontenta con que el gobierno invirtiera tanto dinero en la realización de dicho evento, cuando habían sectores sociales que necesitaban a gritos ayuda económica por parte del gobierno. Las marchas se robaron las calles y el mundo, además de ver un torneo de fútbol, fue testigo de una calidad de vida muy pobre y del descontento de un pueblo.

En números, durante las tres semanas que duró dicho evento, la popularidad de Dilma cayó del 65 a casi el 40 por ciento. Es increíble cómo un torneo de fútbol puede quitarle 27 puntos de popularidad a un presidente (según datos de la firma local Datafolha). Queda claro que en este caso, el gobierno fue la víctima de la influencia política del fútbol. Los responsables de las marchas que derrumbaron la popularidad de Rousseff fueron los políticos de oposición, comandados por el ex futbolista Romario. La oposición usó la Copa Confederaciones para quitarle soporte al gobierno actual y ganar popularidad en las próximas elecciones.

Existen también quienes usan a los equipos de fútbol como un trampolín político, gente que busca obtener logros deportivos para convertirse en ‘ídolo’ y luego utilizar esa influencia para arrasar en las urnas. El primer ejemplo que podemos revisar, es el de Silvio Berlusconi, dueño y presidente del AC Milan desde 1986. Berlusconi pasó a ser Primer Ministro de Italia luego de un exitoso manejo del Milan. Con el club rossonero, uno de los más populares de Italia, ganó: 8 Scudettos, 5 Champions League, 6 Super Coppas, 1 Coppa Italia, 5 Super Copas de Europa y 3 Mundiales de Clubes.

En medio de los éxitos del Milan, Berlusconi se abrió paso en el mundo de la política y llegó a ser Primer Ministro de Italia. En el poder, se vio envuelto en un escándalo de corrupción y fue acusado de abuso de autoridad y constricción de prostitución de menores en el Caso Ruby. Berlusconi fue acusado además, entre otros cargos, de fraude fiscal y conexiones con la mafia. Es impresionante como el éxito en el fútbol pudo llevar a un hombre de tal reputación a gobernar un país como Italia tanto tiempo. En los últimos meses, hemos evidenciado más casos. Mauricio Macri, ex presidente de Boca Juniors, es el nuevo presidente de Argentina. Macri, con Boca, ganó 17 títulos, de los cuales 11 fueron internaciones, convirtiendose en el presidente más exitoso en la historia del club más popular de Argentina. Luego, en las elecciones presidenciales, Macri terminó acabando con el kirchnerismo.

Finalmente, en nuestro país, también podemos analizar varios deportistas con influencia política. Ulises De La Cruz, Iván Hurtado y Agustín Delgado fueron elegidos asambleístas por el movimiento Alianza País. En el año 2014, un video de Delgado teniendo inconvenientes para leer y pronunciarse se hizo viral, y derivó en un proceso legal contra el caricaturista de un reconocido diario nacional. Además, está José Francisco Cevallos, quien llegó a ser Ministro de Deportes también por Alianza País. Ahora, Cevallos ejerce como presidente de Barcelona tras ganar las elecciones del club en 2015, desatando la incertidumbre sobre si su llegada al club más popular del país incluye también ambiciones políticas a futuro.

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