Difunden testimonio de la última persona que vio a las argentinas en Montañita

Las argentinas Marina Menagazzo y María José Coni, desaparecidas en Montañita, en una foto de Twitter difundidas por ellas mismo, el 22 de enero.

Quito.- Esperanza del Pezo sería la última persona que vio con vida a las turistas argentinas María José Coni y Marina Menegazzo, la noche de su asesinato en Montañita.

Teleamazonas difundió la declaración que Pezo dio al diario Clarin, en la cual relata: “Llegaron a la tienda a eso de las ocho y media de la noche. Estaban con el señor apodado ‘El Rojo’. Yo me paré aquí (en el mostrador) y la chica de pelo negro pasó directo a buscar qué comprar, eligió un jugo de naranja y algo más para comer. El señor apodado ‘El Rojo’ se quedó cerca de la nevera pero a mí me llamó la atención la chica de pelo rubio, porque ella se notaba preocupada, tensa, como muy seria”

Esperanza del Pezo tiene un negocio en Montañita y las turistas ingresaron a su local la noche de 22 de febrero pasado.

“Yo me quedé mirando a la chica rubia. Ella también me miraba, como que chocábamos miradas. Lo raro fue que yo no pregunté nada y este señor habrá notado mi cara de desconfianza y me dice: ‘Les robaron a las chicas y yo les voy a ayudar, les voy a llevar a mi casa’. Y yo pensé: ‘¿Qué casa? si este señor no es de aquí, aquí no tiene casa. Además, él estaba con tragos encima. Era raro, estaban juntos pero no parecían amigos. Me di cuenta que algo raro estaba pasando”, señaló la comerciante.

Esperanza dice que le preguntó a María José dónde les habían robado. Y que ella le contestó: “En el lugar donde estábamos hospedadas. Fuimos a la playa y cuando regresamos no estaba nada de lo que hicimos en la semana. Yo no sabía a qué se dedicaban ellas en el pueblo, después supe que vendían hamburguesas y ensaladas de fruta”.

Marina, según Esperanza, sacó de “la cangurera” (riñonera), 10 dólares y le dijo: “Esto es lo último que me queda”. Y le pagó. Gladys Stefanni, la madre de María José Coni, no le cree a Esperanza: dice que su hija no usaba riñonera. Cecibel, la dueña del hostel en el que se alojaban dice que las chicas jamás dijeron que les habían robado ahí. El relato de Esperanza es una pieza que encaja con la versión oficial de los hechos: que tomaron un taxi los tres a eso de las ocho de la noche.

Marina y María José, según ella, fueron al almacén sin mochilas. Y Esperanza cree que ya habían dejado su equipaje en la casa donde presuntamente las asesinaron, y que quedaba a una cuadra de la tienda: “Sí, porque cuando la chica de pelo negro compró algo para tomar, ‘El Rojo’ le dijo: ‘Allá hay agua, como que ya habían ido a ese lugar y después vinieron acá”. Después, dice, los tres caminaron hacia la casa amarilla. Si todo sucedió como dijo el hombre que confesó haberlas matado, después fueron a la casa y las chicas se quedaron solas. A la madrugada, los dos hombres volvieron borrachos, “el moreno” quiso abusar de ellas y, como se resistieron, las asesinó.

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