Carla Badillo: «No concibo mi poética sin riesgo»

MADRID, 10/03/2016.- La escritora ecuatoriana Carla Badillo Coronado, quien ha recibido hoy el Premio Loewe a la Creación Joven, durante un acto celebrado en Madrid. EFE/Mariscal

Madrid, (EFE).- Apenas pasa la treintena y afronta todo un año de viaje europeo para «volcarlo» en la poesía que ha llevado a la ecuatoriana Carla Badillo a merecer el premio Loewe de Creación Joven, fruto de una poética que no concibe «sin riesgo».

Badillo relató a Efe que tardó en escribir «El color de la granada», con el que ganó este año el premio, el mismo tiempo que tarda esa fruta en descomponerse, y es que no concibe su «poética sin riesgo y ahí -en la descomposición de la fruta- ya había un concepto».

La poesía es para Badillo el lugar en el que se siente «más libre», un arte que «no puede estar desvinculado de la vida» y que, si busca acercarse a la realidad de los problemas diarios, también puede hacerse «sin convertirse en un panfleto».

«La materia prima de la poesía tiene que ser eso (la vida), yo intento aprehender pedazos de la realidad y traducirlo en palabras», imagina cuántos poetas hay en el mundo y cada uno intenta traducirlo a su manera, reflexiona.

La ecuatoriana deja claro que recibir un premio como el Loewe «nunca es un fin ni una condición», aunque celebra que este pueda servir para «girar la mirada» a lo que sucede en la poesía de su país.

«El dinero (7.000 euros – 7.790 dólares) a un poeta tampoco le cae mal», dice al respecto y adelanta que lo invertirá «en una larga travesía de casi un año» que hará sola, de España a Armenia, país del poeta Sayat Nova y del cineasta Sergei Parajanov, que inspiraron su premiado libro.

De esos meses de viaje espera al menos dos libros, uno de poesía y otro «del viaje en sí, de lo que descubra en el camino» que le llevará a donde «nacieron estos dos visionarios armenios» a quienes dedica el libro.

Sobre la poesía latinoamericana, pese a que no le gusta «dar esos termómetros», considera que «goza de buena salud»: «los poetas están haciendo cosas muy buenas en cada pedazo de la región».

Además, la joven poeta destaca el trabajo de las editoriales independientes, «cómo se contactan» y «cómo se cuentan qué está sucediendo» en la región en términos poéticos.

«Hacen una función de hormiga pero necesaria, buscando nuevos tipos de distribución, dándole importancia, más que a lo que el mercado demanda, a buscar al lector que en estos tiempos de inmediatez se está perdiendo», añade.

Consciente de que el hecho de ser mujer es aún hoy un aspecto a resaltar cuando se habla de un reconocimiento, aclara que ella no escribe «poesía de género» y que cuando algo «es bueno» no le importa «ni el sexo ni la nacionalidad» del autor.

«Partiendo de eso, en su mayoría (el premio Loewe) lo han ganado hombres», analiza para añadir que «es importante darse la oportunidad de escuchar nuevas voces y hay mujeres que están haciendo cosas muy interesantes».

En ese sentido, se dice «contenta» de que el galardón sirva para «visibilizar ese sector de mujeres escritoras y poetas que están haciendo por un camino solitario e independiente, su propia obra, su propia voz». EFE (I)

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