Monika Zgustova: La libertad se le hacía demasiado grande a la hija de Stalin

Monika Zgustova: La libertad se le hacía demasiado grande a la hija de Stalin. Foto de Archivo.

México, (EFE).- Vivir a la sombra de su padre, Iósif Stalin, nunca fue fácil para Svetlana Allilúyeva, por lo que sus días quedaron marcados por continuas huidas aunque «la libertad a veces se le hacía demasiado grande», afirma Monika Zgustova, autora de la novela «Las rosas de Stalin».

La hija del dictador soviético, protagonista de la obra, escapó de la URSS en los años 60 y se exilió en Estados Unidos en su deseo de ser «una persona normal y anónima», y poder caminar por la calle sin ser reconocida.

Sin embargo, lo que no consiguió prever fue el hecho de que en su nuevo país captaría irremediablemente la atención de los medios, sedientos de titulares en contra de su padre y del poder soviético.

Se convirtió, apunta Zgustova en entrevista con Efe, en una «víctima» de la Guerra Fría, porque la CIA desde el primer momento la tuvo «vigiladísima».

Solo en el periodo final de su vida, que pasó en una residencia de ancianos en Wisconsin, pudo dejar de ser un «símbolo», como hacía de ella el ser la hija de Stalin, para «convertirse en una persona», considera la autora nacida en Praga, pero afincada en Barcelona.

«Aspiraba a la libertad», pero una vez que la consiguió, en su época de trabajo en la universidad de Princeton, «no lo pudo soportar», y acabó atrapada en las directrices sectarias de una comuna en Arizona encabezada por la viuda del arquitecto Frank Lloyd Wright y en un matrimonio infeliz del cual nació su tercera hija, Olga.

«Sentía una atracción a aquello de lo que toda la vida estaba huyendo», acota Zgustova, para quien Allilúyeva, fallecida en 2011, «era una persona que estaba llena de contradicciones».

Allilúyeva, quien adquirió en su exilio el nombre de Lana Peters, tenía «un gran deseo de formar una familia», un anhelo que la arrastró y que nunca vio cumplido.

Sus matrimonios «no le duraron nunca» porque respondían a sus «ganas de huir del Kremlin», opina la escritora, también periodista y traductora.

Y el mismo abandono que sufrió en su infancia -su madre se suicidó cuando tenía seis años y su padre no pasaba tiempo con ella- lo repitió con sus dos primeros hijos, nacidos en la URSS y a los que abandonó cuando se fue a EE.UU., por lo que los remordimientos la perseguirían durante años.

Por otra parte, su hija Olga -conocida hoy bajo el nombre de Chris Evans- saltó recientemente a los medios por unas fotos que subió a las redes sociales en las que aparece con la cabeza rapada y con un arma, y que han despertado susceptibilidades entre el sector ruso más conservador.

Lo que prueba que es «una hija insumisa como su madre», bromea la escritora.

Zgustova se topó con la historia de la hija de Stalin en Nueva York, cuando compró en una librería de segunda mano un par de libros autobiográficos de Allilúyeva. En ese momento comenzó una «obsesión» de la que solo se libraría al escribir sobre ella, asegura.

Además, cuando profundizó en su biografía, fue capaz de trazar ciertos paralelismos con lo que ocurrió con su propia familia y ahondar en uno de sus temas recurrentes, el exilio.

Allilúyeva escapó de la URSS pidiendo asilo en la embajada estadounidense en la India, donde llegó para depositar las cenizas de su entonces pareja, Brajesh Singh.

Por otra parte, la familia de la escritora utilizó esa misma embajada como enlace para huir de la Checoslovaquia totalitaria de mediados de los 70. «Pensé que el tema estaba hecho para mí», señala la autora. EFE (I)

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