La verdad es el camino a la productividad

Tal es así, que se ha suscitado un decrecimiento de la inversión privada de tres puntos en relación al PIB. Una economía productiva no solamente se preocupa por la depreciación de las monedas de los países vecinos, sino en mantener bajos los costos de producción internos y en fomentar el comercio exterior. El socialismo del siglo XXI nos ha convertido en el país dolarizado más caro del mundo, restándonos competitividad, en lugar de aprovechar un dólar con mayor poder adquisitivo.

Al esmerarse en implementar incesantes reformas tributarias, salvaguardias, normas técnicas y cupos, los precios aumentaron en un 49 % en los últimos diez años. Medidas recaudatorias cuyo objetivo es mantener a un gobierno que gasta más de lo que le ingresa, anteponiendo al capital sobre el ser humano.

Se han invertido mil doscientos millones en una refinería invisible. Se construyeron aeropuertos en los que no aterrizan o aterrizan pocos aviones. Algunas escuelas no pueden funcionar porque no existen los recursos fiscales para operarlas. La moral ha decaído en los últimos diez años, se ha incrementado el narcotráfico, así como nuestra relación diplomática con líderes de dudosa reputación.

Determinados empresarios hicieron lo que pensaron mejor dentro de esa coyuntura. Jugaron el juego del gobierno y perdieron. Hoy les deben plata, mientras las instituciones estatales exigen, mediante juicios coactivos, el pago de obligaciones causadas por esos contratos impagos por parte del sector público.

Otros, fueron más allá. Participaron de la corrupción. Hoy están en problemas. El FBI y la DEA los tiene en la mira, junto con ciertos funcionarios del gobierno. Al terminarse el dinero, se acabó el amor. Seremos testigos de peleas internas por los escasos recursos públicos y la lucha para captar el poder en las próximas elecciones como una necesidad para cubrirse las espaldas.

Gracias a la deficiente administración pública, tenemos ciento sesenta y seis mil desempleados nuevos en el primer trimestre del 2016, sumando un total de cuatrocientos cuarenta y cinco mil. Tres millones de personas laboran en la informalidad. Tampoco se tomaron medidas para crear nuevos empleos en el sector privado.

Se desaprovechó la bonanza petrolera. Hoy debemos concentrarnos en reducir los ingentes gastos públicos, bajar los impuestos para fomentar la productividad, lograr la flexibilidad laboral, firmar la mayor cantidad de acuerdos comerciales y comenzar la lucha contra la corrupción, porque como decía Ayn Rand: «Cuando adviertas que para producir necesitas autorización de quienes no producen nada; cuando compruebas que el dinero fluye hacia quienes no trafican con bienes, sino con favores; cuando percibas que muchos se hacen ricos por el soborno y por influencias más que por su trabajo, y que las leyes no te protegen contra ellos sino, por el contrario, son ellos los que están protegidos contra ti; cuando descubras que la corrupción es recompensada y la honradez se convierte en un auto sacrificio, entonces podrás afirmar, sin temor a equivocarte, que tu sociedad está condenada».

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