Uruguay: ex prisionero de Guantánamo en coma

Fotografía de archivo del 21 de noviembre de 2013, revisada por el ejército de Estados Unidos, del momento del amanecer en el ahora cerrado Camp X-Ray, que fue el primer centro de detención de presuntos extremistas después de los ataques del 11 de septiembre de 2001, en la base naval de Guantánamo, en Cuba. (Foto AP/Charles Dharapak, Archivo)

MONTEVIDEO, Uruguay (AP) — El sirio Abu Wa’el Dhiab, uno de los seis ex prisioneros de Guantánamo que acogió Uruguay, se encuentra en coma como consecuencia de la huelga de hambre que realiza desde hace más de un mes.

«La situación es que Dhiab está en coma. Se lo comenzó a hidratar y estamos esperando», dijo la médica Julia Galzerano, del Sindicato Médico del Uruguay, luego de atender al refugiado en su domicilio.

«Esperamos que esa reversible. No podemos saber. No está consciente, no está lúcido, eso es el coma», agregó la facultativa que dijo que Dhiab lleva 12 días sin consumir líquidos.

Dhiab no fue internado ya que los médicos dijeron que se respetará su voluntad de no ser hospitalizado. Agregaron que se le tomaron muestras de sangre para estudiar su estado de salud.

Según sus allegados Dhiab lleva 32 días de huelga de hambre y en los últimos días dejó de consumir líquidos.

Unas horas antes de la crisis de salud el delegado del gobierno uruguayo para los refugiados de Guantánamo, Christian Mirza, había declarado a The Associated Press que el sirio se encontraba en «estado desesperante».

El funcionario dijo que el gobierno sigue realizando gestiones para encontrar una nación que reciba a Dhiab y donde pueda reencontrarse con su familia, como él pretende. Mirza no descartó que el canciller Rodolfo Nin Novoa, en misión oficial en Estados Unidos, aproveche su viaje para trabajar sobre el asunto.

«El canciller está muy comprometido a encontrar una solución a este tema», agregó.

El viernes Dhiab recibió a un grupo de periodistas que pudo ver cómo conversaba con su esposa, que está en Turquía, a través de internet. Estaba tirado sobre un colchón, cubierto con una manta roja, despeinado y con gesto extenuado en una pequeña habitación sin otros muebles.

Parte de sus dichos, casi inaudibles, fueron traducidos por uno de sus amigos: «Mi salud está muy precaria, estoy mal… Mi energía está muy baja y yo responsabilizo personalmente al gobierno de Estados Unidos y también al gobierno de Uruguay».

Dhiab, de 45 años, abandonó Uruguay en julio y reapareció después en Caracas, donde manifestó su intención de viajar a Turquía o a un tercer país para reunirse con su familia, según indicó la cancillería uruguaya en su momento. Tras estar un mes detenido e incomunicado Venezuela lo deportó por haber ingresado sin realizar los trámites migratorios correspondientes.

Jon Eisenberg, un abogado de California que representó a Dhiab en el pasado, dijo que no ha hablado con él desde el 31 de agosto y no ha podido obtener información directa sobre él. «No tengo ninguna duda de que está bastante enfermo y desesperado, pero me temo que la gente que lo rodea ahora está explotando su desesperación personal en la búsqueda de su propia agenda política y no está actuando en su mejor interés», dijo Eisenberg.

El sirio se ha convertido en un dolor de cabeza internacional para el gobierno de Uruguay.

Menos de dos meses después de su llegada a Uruguay en diciembre de 2014 arribó a la vecina Argentina violando un acuerdo de no viajar y denunció el fracaso de Estados Unidos para cerrar Guantánamo mientras llevaba puesto un falso traje de presidiario naranja, un ícono de la cárcel abierta en 2002 para mantener a sospechosos de vínculos con Al Qaeda y el Talibán.

Luego comenzó a quejarse públicamente sobre la vida en Uruguay y a protestar frente a la embajada de Estados Unidos, lo que enfureció a los miembros del Congreso uruguayo.

En julio se activaron las alarmas cuando desapareció y luego se presentó en Venezuela, que rechazó su petición de ser enviado a Turquía para unirse a su esposa e hijos.

El embajador Lee Wolosky, enviado especial de Estados Unidos para el cierre de Guantánamo, expresó su desconcierto por la situación de Dhiab y señaló que el gobierno de Uruguay estaba en «etapas muy avanzadas» para traer a su familia.

«Creo que el gobierno uruguayo le ha ofrecido cada posibilidad a Dhiab para seguir adelante con su vida y desgraciadamente ha repudiado la extraordinaria hospitalidad y generosidad del gobierno de Uruguay,» dijo Wolosky en una entrevista con AP.

El enviado señaló que el ex preso había aceptado la oferta de reubicación y que Uruguay le proporcionó 500 dólares al mes, un apartamento y clases de idioma. El asentamiento en Uruguay de los otros cinco ex prisioneros -tres sirios, un tunecino y un palestino- ha sido un «éxito» en contraste con Dhiab, sostuvo.

«Ha recibido más apoyo que el que reciben los refugiados en ese país por lejos y más apoyo que muchos ciudadanos uruguayos «, dijo. «Ha tenido todas las oportunidades para hacer buenas elecciones y reunirse con su familia y en su lugar ha tomado malas decisiones», añadió.

El enviado dijo que no sabía si otro país aceptaría a Dhiab. «En mi opinión, él debe cumplir el compromiso que hizo» de reconstruir su vida al ser reubicado en Uruguay.

Estados Unidos ha usado su base en Guantánamo desde enero de 2002 para mantener a sospechosos de vínculos con Al Qaeda y el Talibán.

 

Más relacionadas