Lenin Moreno intenta marcar distancias con el actual Primer Mandatario esta semana en su primer recorrido por los medios nacionales como candidato a la Presidencia. Sin embargo, ese intento demuestra todo contrario: Lenin no solo solapó las maniobras del actual gobierno, sino que también camufló su compincheria.
La estrategia es de forma
La Revolución Ciudadana tiene nombre propio: Rafael Correa y hoy atraviesa un momento crucial en su trayectoria política porque ese personaje opta por no reelegirse. Así, Alianza País, un movimiento cuya personalidad se fraguó en torno a la del Presidente y que ha crecido proyectándose como la fuerza del cambio en una sociedad que ya no lo ve con ojos novedosos, enfrenta un reto para continuar en el poder: camuflarse. La elección de Lenin Moreno como candidato a la Presidencia probablemente sirva para cumplir ese objetivo proyectando una renovación falsa. Todo por una simple razón: el electorado considera que su personalidad es opuesta a la de Rafael Correa. ¿Lo será lo suficiente?
Lenin marca distancias
Lenin marca distancias con el Presidente para conquistar a un país cansado de la confrontación y exprimido por la crisis. Utiliza la misma tónica conciliadora de su paso por la Vicepresidencia en la que confrontó poco a la oposición, pero favoreció mucho a las políticas del Presidente. Hoy, continua siendo en su discurso una persona distinta de la que profesan sus acciones. Cuando le preguntan qué hará con la fusión de medios de comunicación públicos y con el Ministerio del Buen Vivir si llega a la Presidencia responde que se abrirá al diálogo pero que no soltará las riendas o resolverá la disolución de ninguno. Cuando piden saber si optaría por renegociar la deuda que generó el gobierno de Alianza País con China, responde que es una posibilidad y alega que las organizaciones a las que demoniza Rafael Correa como el FMI y el Banco Mundial, han cambiado. No entra en detalles de políticas públicas ni en discusiones profundas sobre cambios estructurales en el país; eso, pese a que puede hacerlo porque su Movimiento ya ha presentado doce puntos programáticos para gobernar en el 2017. Puntos que siguen la misma línea transitada por el correismo. Así, mientras Rafael Correa expone y dicta sus políticas de frente, Lenin las camufla y pero las implementa nuestras espaldas. ¿Cualquiera de esas dos cosas nos gusta?