Pérez Treviño, el «valor humanitario» de un embajador mexicano en la Guerra Civil

Guerra Civil Española. Foto de Archivo, La República.

La escritora mexicana María Elena Laborde rescata en su última novela, «Objetivo: salvar vidas. México en Madrid, 1936», el «valor humanitario» de la historia de su abuelo, el general Manuel Pérez Treviño, el embajador de México en España que asiló a miles de personas en la Guerra Civil.

Laborde, que concedió una entrevista a Efe en Londres horas antes de la presentación del libro en la capital británica, explicó lo importante que ha sido para ella escribir esta obra porque era una «parte de la historia olvidada» que merecía ser contada por su «valor humanitario».

Pérez Treviño se trasladó a España como embajador en febrero de 1935 después de haber sido precandidato a la presidencia de México por el Partido Nacional Revolucionario, sobre el que se fundaría el oficialista Partido Revolucionario Institucional (PRI).

El estallido de la Guerra Civil le sorprendió cuando se encontraba de vacaciones en la localidad vasca de Hondarribia (entonces llamada Fuenterrabía) y el general, al contrario que sus homólogos en otras embajadas, no dudo en regresar a Madrid.

«Fue una persona que estuvo en el lugar oportuno en el momento oportuno», sostiene su nieta, quien relató cómo la embajada de México en Madrid -que tenía dos sedes, una en la calle Hermanos Bécquer y otra en la calle Jenner- abrió sus puertas a cualquier persona cuya vida corría peligro.

«No importaba el bando del que fueran, ni su religión, clase social o preferencias políticas», afirmó.

Alrededor de 1.200 personas se asilaron en los dos emplazamientos de la representación diplomática de México en España durante los seis primeros meses de conflicto, entre los que se encontraban personajes de la talla de Luis Carrero Blanco -que llegaría a ser presidente del Gobierno con Franco- o el alcalde de Madrid cuando estalló el conflicto, Pedro Rico.

Además de los problemas derivados de la convivencia entre nacionales y republicanos bajo un mismo techo, a los cuales la mujer del general, Esther González, ayudó de manera «preponderante» a mitigar, existían las advertencias que venían desde de México.

Laborde explicó a Efe que el entonces presidente de México, Lázaro Cárdenas, no estaba de acuerdo con que se estuviera acogiendo a todo el mundo, porque apoyaba al bando republicano.

El presidente se preguntaba, según apuntó la autora, cómo era posible que su embajada estuviera recibiendo a gente de todos los bandos y mandó sustituir a Pérez Treviño.

Éste aguantó cuatro meses más en el cargo, mientras negociaba la salida del país de los asilados, antes de abandonar España en diciembre de 1936 con destino a su nuevo puesto como embajador en Chile.

Pero no tomo posesión del cargo hasta marzo de 1937, días después de conocer que los refugiados que así lo quisieron habían logrado trasladarse a Francia.

«La lista oficial de las personas que consiguieron huir la encontramos en España en el expediente de la Guerra Civil», donde quedó constancia de que 797 personas lograron pasar a Francia, narró la escritora.

«Objetivo: salvar vidas. México en Madrid, 1936», es el segundo libro de Laborde y ya se puede adquirir a través de Internet.

El primero de ellos, «El general Manuel Pérez Treviño y Esther González, mi nopalera» vio la luz en 2010 de forma casi casual, después de que la autora comenzara a investigar y a informarse sobre sus antepasados y el árbol genealógico familiar.

«Comencé a interesarme por nuestros antepasados porque íbamos a hacer una reunión familiar y habíamos prometido a los sobrinos y nietos que íbamos a enseñarles nuestro árbol genealógico pero resulta que no existía», reveló Laborde.

El germen de esta segunda novela se lo plantó Jaime del Arenal cuando era agregado cultural de la embajada de México en Madrid. Fue quien le insistió en que había que sacar a la luz la historia olvidada de su abuelo.

Además, la escritora reconoce la gran ayuda que le prestó para escribir el libro el historiador y vicedecano de la Universidad de Alcalá de Henares (Madrid), Antonio Manuel Moral Roncal. EFE (I)

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