Silvita Buendía narra cómo intentaron violarla a los 28 años

Silvia Buendía, candidata a asambleísta por Pachakutik. Foto de su Facebook.

La activista Silvia Buendía, candidata a asambleísta nacional por las listas de Pachakutik, ha narrado en Facebook (en el marco de la campaña #PrimerAcoso, #NoCallemosMas) cómo sufrió un intento de violación cuando tenía 28 años.

Buendía, de 46 años, vive en Guayaquil, y es abogada y defensora de los derechos de las minorías. Su relato es el siguiente:

«Ya tenía 28 años. Ya era abogada. Ya trabajaba en un banco. Ya era una mujer fuerte. Y sin embargo, fue mi #PrimerAcoso. Lo he contado muchas veces, pero creo que será la primera vez que lo ponga por escrito. Trabajaba en un banco y me fue a buscar una pareja de amigos para pedirme información para adquirir una casa. Mi banco financiaba viviendas mediante el arrendamiento mercantil y se les hacía complicado entender esa figura. Así que me invitaron esa noche a su casa a tomar unos vinos y conversar sobre el tema.

Vivían en mi barrio, a unas calles, y el hermano de ella era el mejor amigo de un chico con quien yo había salido intermitentemente por años y con quien yo precisamente en ese momento estaba volviendo a salir. Yo venía de una relación de 5 años que acababa de terminar. El había roto con la chica con la que se iba a casar. Y el mejor amigo en cuestión siempre me había caído muy mal por pesado.

Luego de los vinos y la charla con mis amigos se presentó el hermano de ella, el mejor amigo del chico con quien yo salía. Se portó simpatiquísimo y se unió a la conversación. Y yo pensé que era la oportunidad de limar asperezas de tantos años con él ahora que estaba volviendo a salir con su amigo del alma. Así que me porté simpática. Cuando mis amigos se despidieron y yo ya me paraba para irme, él me pidió que me quedara hasta que él se acabara su trago. Por ser amable accedí. Conversamos un rato más y cuando me levanté para irme él me intentó besar.

Le dí un empujón. El me agarró de los pelos y me tiró contra la pared. Me golpeó algunas veces la cabeza contra la pared. Casi me desmayo del miedo y del dolor. Me intentaba besar, me quería quitar la ropa. Me decía que no me haga que él sabía que solo me estaba haciendo la difícil. No recuerdo, no entiendo cómo le dí un rodillazo y me zafé. No recuerdo cómo agarré mi cartera y pude hacer entrar la llave de mi carro en el encendido. Recuerdo que cuando prendí el carro él se paró en mi ventana a decirme algo. Salí a volando. En mi casa lloré toda la noche, no dormí ni un minuto.

Al día siguiente este hombre me llamó a mi trabajo. Yo no podía creerlo. Le dije que había intentado violarme. Qué cómo podía haberme hecho esto si él sabía que yo estaba saliendo con su mejor amigo. Que no me llame, que lo iba a denunciar, que tenía la cabeza llena de chichones. Me insultó, me llamó puta, que él sabía que yo sí quería y me hacía la difícil. Le colgué en mitad de su griterío. Tenía tanto miedo que casi me orinó sentada en mi silla, en mi escritorio, al pie de mi compu.

Unos días después el chico con quien yo salía me invitó a cenar. Me llevó a La Carbonara en Urdesa. Yo le conté todo. Lloré. Este chico se quedó pálido. Helado. Solo pudo decirme que su pana tenía un problema de alcohol y que había que comprenderlo. Nunca más me llamó. Nunca más volvimos a salir. #NoCallamosMás.»

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