La radiactiva Sharápova regresa en el aniversario de Chernóbil

Foto: Elemental Oaxaca

(EFE).- La rusa María Sharápova vive en Estados Unidos desde los siete años, pero no puede huir de sus orígenes, estrechamente vinculados con la catástrofe en la central nuclear de Chernóbil, ocurrida el 26 de abril de 1986.

Como si fuera una jugarreta del destino, Sharápova regresará a las pistas este miércoles, tras quince meses de sanción por consumo del Meldonium, justo en el 31 aniversario de la tragedia que cambió su vida para siempre.

Sharápova nació casualmente en Siberia el 19 de abril de 1987 después de que sus padres, que residían en la ciudad de Gómel, a unos cien kilómetros de la planta atómica, decidieran abandonar Bielorrusia varios meses después de la catástrofe debido al empeoramiento de la situación ecológica en la zona.

Chernóbil

Todo con tal de poner tierra de por medio con la radiación, que afectó al 23 por ciento del territorio de Bielorrusia.

Y es que Yelena Sharápova quedó embarazada cuatro meses después de la avería del cuarto reactor de la planta ucraniana.

Con Masha aún en su vientre, Yelena, acompañada de su marido Yuri, emigró a Niagán (región de Janti Mansisk), ciudad situada al otro lado de los Urales donde a la postre nació la futura estrella del tenis y a la que regresó en 2005 de visita.

Cuando acababa de cumplir los tres años, su familia se trasladó al balneario de Sochi, a orillas del Mar Negro, donde a los cuatro tomó su primera raqueta regalada por el padre del tenis ruso Yevgueni Kafélnikov, y después se instaló en EEUU (Florida) siguiendo los consejos de Martina Navratilova.

Lo demás es historia, pero Sharápova nunca olvidó sus orígenes y la suerte que tuvo, ya que muchos otros niños sufren diariamente el impacto de la radiactividad, lo que incluye a familiares, que aún residen en la región, como su abuela Galina.

En 2008 viajó a las zonas afectadas por la nube radiactiva en calidad de embajadora de buena voluntad del Programa para el Desarrollo de la ONU (PNUD), cargo que asumió en febrero de 2007.

Sharapova, que nunca ha renunciado a su ciudadanía rusa, pese a viajar muy esporádicamente a este país, ha donado en varias ocasiones dinero para ayudar a los afectados por el accidente.

«Si Chernóbil nunca hubiera ocurrido, mi vida podría haber sido muy diferente«, comentó en su visita a Gomel.

En esta foto de archivo del 7 de marzo de 2016, la tenista Maria Sharapova habla en una conferencia de prensa en Los Angeles en la que admitió que arrojó positivo en un control antidopaje en el Abierto de Australia. Sharapova fue suspendida por dos años el 8 de junio. (AP Photo/Damian Dovarganes, File).

Ese carácter indomable es lo que da título a la biografía «Imparable. Mi vida hasta ahora», cuya portada adelantó hace unos días y que presentará en septiembre tras aprovechar su baja por dopaje para contar su historia.

«Es una historia sobre sacrificio, sobre lo que debes dejar atrás. Pero también es una historia sobre una niña, su padre y su loca aventura», dijo, en alusión a su emigración a EEUU sin su madre y con apenas 700 dólares en los bolsillos.

En el plano deportivo, se duda del estado físico y mental de la siberiana y sobre si podrá competir con las nuevas estrellas del circuito.

La buena noticia para ella es que Serena Williams, su auténtica bestia negra, está embarazada y no podrá competir hasta la próxima temporada.

Se recuerda el caso de la belga Kim Clijsters, que regresó al tenis profesional en 2009 tras dos años de ausencia y después de dar a luz, y ganó el Abierto de EEUU un mes después de reiniciar los entrenamientos.

El caso es que su ausencia no ha disminuido ni un ápice el interés de los torneos en su participación y, de hecho, el de Sttutgart atrasó un día su entrada en competición y le concedió una invitación para garantizar el lleno en las gradas.

Tampoco es probable que le afecte el no haber podido entrenarse en la sede del torneo, sino en un pabellón bajo techo con pistas de tierra, en un club a las afueras de la ciudad alemana.

La invitación no le ha hecho gracia a varias de sus rivales, en concreto a la de mañana, la italiana Roberta Vinci, quien considera un agravio comparativo conceder una invitación a una sancionada por dopaje.

Opinan que debería disputar la fase previa, que arrancó el 24, lo que le hubiera impedido disputar el torneo alemán.

Pero Maria parece ajena a las críticas, sean sobre el trato de favor de los torneos, la falta de amigas en el circuito, sus famosos gritos, o su dedicación a la moda y a los negocios.

La siberiana, que no disputó ningún torneo desde el Abierto de Australia en enero de 2016, ya ganó el torneo de Sttutgart en 2012, 2013 y 2014.

Seguidamente, Sharápova tiene intención de competir, del 5 al 14 de mayo en el Mutua Madrid Open, donde ganó en 2014, y a continuación en Roma, después de que los organizadores decidiesen otorgarle invitaciones. EFE

(I)

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