Ministerio de Defensa SXXI

Bajo este enunciado y observando el calamitoso estado de la capacidad operativa de las unidades de guerra, es tiempo de detenernos a pensar el porqué en estos últimos años no sólo se ha evidenciado una seria afectación al material militar sino que además se han emitido políticas que han desvirtuado sus objetivos: una Fuerza altamente operativa con oficiales y tropa altamente motivados, consecuentes con los objetivos nacionales, con las decisiones político estratégicas y las de su mando militar.

Es cierto lo que se ha recalcado con insistencia, que hoy tenemos sueldos dignos. Sin embargo, hay que destacar que la posición de los ciudadanos que han ostentado la dignidad de Ministros de Defensa han tenido, no en pocas ocasiones, actitudes y decisiones que han atentado contra la institucionalidad militar. La designación en 2008 de Javier Ponce, escritor y poeta, fue para críticos al sistema correista, una afrenta a los militares por su ideología y rechazo al gasto militar. Luego Miguel Carvajal, sociólogo, ideólogo de izquierda y asiduo creyente de la revolución ciudadana, marcó la cancha frente a las demandas de los mandos militares demostrando que quien mandaba era el poder político correísta. Posteriormente bajo el mando de María Fernanda Espinosa, poetisa, se consolida el Ministerio de Defensa con mayores atribuciones y decisiones que empoderarían aún más a Rafael Correa, quien con solo disponer demagógicamente en las sabatinas de por ejemplo, una equidad en la educación, inmediatamente comenzaron a ser entregados al Ministerio de Educación los liceos navales y colegios militares, sumado a varias iniciativas puestas en marcha como la unificación de las escuelas militares o el cierre de unidades castrenses con la consecuente entrega de dichos predios a Inmobiliar EP.

Posteriormente, la cartera de Defensa fue fortalecida con correístas fieles al caudillo y leales al plan que debía ser puesto en marcha dentro de las filas militares, en que muchos recurrieron a los lineamientos del Foro de Sao Paulo a las Fuerzas Armadas. Asumió el mando Fernando Cordero, quien dejaba el IESS, en momentos en que se gestaba un plan para “fortalecer” al ISSFA a través de la Ley de Fortalecimiento del ISSFA, cosa que parecía irrealizable en vista de que se aproximaba el final del período último de Rafael Correa, además de los problemas que suscitó la compra-venta de los terrenos de Samanes entre el ISSFA y el Ministerio del Ambiente. No obstante, el “Corcho”, a pesar de la insatisfacción de mandos militares logró dejar esbozada dicha ley y debilitada la unidad militar, pues la “equidad” que proclamaba la revolución en su estado de propaganda se materializaba cada vez más al establecerse un acuerdo en que se disponía que las unidades militares no podían tener espacios distintos para oficiales y tropa. La brecha en vez de acortarse con el poder político, se agrandaba generando un malestar que hasta el día de hoy subsiste. La estocada final debía llegar, y es así que en los últimos meses del mandato de Correa, fue designado Ministro de Defensa el sandinista Ricardo Patiño, quien debía aplicar los últimos acuerdos ministeriales firmados por Cordero, referentes al ingreso a las escuelas de oficiales y al uso de los espacios físicos dentro de los cuarteles. No sólo que logró su cometido, sino que “decapitaba” el mando militar en franca armonía a lo que decía el patrón en sus enlaces semanales y diatribas en medios de comunicación, lo que generó que dentro de las filas militares se opte como mecanismo de defensa el silencio de muchos y la sumisión de los mandos que ellos mismos designaban a su conveniencia.

Ya el régimen del Presidente Moreno hereda la inestabilidad latente en la institución armada desde la época correísta. En poco más de tres meses cambia al ministro Carvajal por el flamante ministro Patricio Zambrano, presidente del partido Socialista del Ecuador. En primera instancia se observa que prevalece un serio desconocimiento de lo que implica estar frente al ente que garantiza la integridad territorial y la soberanía nacional; además de demandar de una elevada dosis de patriotismo, cuestión que se logra solo viviendo la vida militar y respetando los principios institucionales, y no desde un escritorio con decenas de asesores, muchos de ellos con desafectos a nuestro uniforme. Bajo el amparo del poder político se requiere de un fiel entendimiento de lo que implica la entrega a la vida militar.

Es hora de reflexionar seriamente del estado en que se encuentran las FFAA y el impacto de más de diez años de decisiones demagógicas y partidistas del correismo. Los soldados obedecen a una férrea disciplina y a una estructura piramidal, lo que ha facilitado el trabajo agresivo y obsecuente del Ministerio de Defensa en contra de los Comandos de Fuerza debilitando a un Comando Conjunto que no ha puesto un freno a los planes de debilitamiento fraguados desde el más alto nivel. Es hora de que los mandos militares den cuenta a sus soldados por haberse allanado frente al poder de la revolución ciudadana y que si de respeto se trata, como bien lo manifestó el presidente Lenin Moreno en Parcayacu el 10 de agosto pasado, es hora de comenzar con hechos demostrando el respeto y consideración de la clase política para con los soldados de la Patria.

Presidente Moreno, considere por tradición y para un eficaz cumplimiento de objetivos de la defensa nacional, disponer de un oficial de alto rango en servicio pasivo a fin de que lidere esta cartera de Estado; y sean los soldados quienes lleven la agenda de la defensa y no se imponga desde el Ejecutivo. Solo así le hará bien al país.

  • Edwin Ortega Sevilla es Capitán de Coberta de la Armada Nacional

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