Correa regresa a Ecuador y agita el ambiente político

Rafael Correa en Cuenca.

El expresidente ecuatoriano Rafael Correa, que reside en Bélgica desde julio pasado, regresó este fin de semana a su país para agitar aún más el ambiente político nacional, enrarecido por la pugna que mantiene con su sucesor, Lenín Moreno.

En el tapete de discusión entre ambos también se ubica la disputa sobre la dirección del movimiento oficialista Alianza País, dividido en dos por el enfrentamiento.

El próximo domingo 3 de diciembre, el ala correísta del movimiento celebrará en la ciudad costera de Esmeraldas (noroeste) una Convención Nacional en la que Moreno podría ser expulsado, según lo ha insinuado el propio Correa.

Los morenistas, sin embargo, desconocen esa convocatoria y aseguran que los dirigentes de la facción correísta que han convocado a la Convención fueron destituidos en una reunión organizada hace algunos días por el propio Moreno.

Las descalificaciones y mutuas acusaciones de irregularidades, que se increpan unos y otros, solo han profundizado el cisma en el oficialismo, otrora poderoso movimiento izquierdista que impulsó con Correa la llamada «Revolución ciudadana».

El exmandatario llegó la madrugada del sábado al aeropuerto de la ciudad portuaria de Guayaquil, donde lo recibieron decenas de simpatizantes y algunos detractores del grupo político populista que dirige el también expresidente Abdalá Bucaram.

Allí se produjeron incidentes, pues los unos vitoreaban el regreso de Correa y los otros, en cambio, lo deploraban.

El exmandatario vino desde Bélgica, donde reside con su familia desde poco después que dejó la Presidencia en manos de Moreno, el pasado 24 de mayo, cuando empezó la pugna de ambos.

Correa, que gobernó su país por una década, intuye que la actitud de los bucaramistas en el aeropuerto, a su llegada, evidencia el supuesto pacto que tienen con Moreno, a quien también acusa de haberse aliado al derechista Partido Social Cristiano.

Es por ello que los correístas acusan a Moreno de «traidor», aunque el actual gobernante replica que la traición se produjo en el último tramo de la administración de su antecesor, por la corrupción y mala gestión.

Correa niega esas conjeturas y desafía a Moreno a probarlas, aunque, según dijo en una rueda de prensa este sábado, es probable que esas acusaciones formen parte de una estrategia de «contrarrevolución» surgida desde las entrañas mismas del movimiento oficialista.

Pero ya sin el poder, a su facción no le queda otra opción que volver a las raíces de izquierda, «a las calles», para recomponer el movimiento, según afirmó.

Pese a la dura pugna, Correa no descarta que si las condiciones se presentan pueda reunirse con el mismo Moreno, aunque esa posibilidad se presenta muy difícil.

«Estoy dispuesto a reunirme hasta con el mismo diablo por mi patria», dijo el exgobernante este domingo en una rueda de prensa en la sede de Alianza País en la ciudad andina de Cuenca (sur), aunque explicó que una eventual cita con Moreno solo podría darse «en función de objetivos» concretos.

Si el objetivo fuera «reactivar la economía», entonces aceptaría un diálogo con su sucesor, dijo Correa tras criticar la supuesta escasa gestión de Moreno.

Otro de los escollos que dividen al movimiento oficialista es la situación del vicepresidente Jorge Glas, afín a Correa y que se encuentra detenido en una cárcel de Quito tras haber sido vinculado a un caso de asociación ilícita en el marco del escándalo de sobornos de la constructora brasileña Odebrecht.

Correa defendió la inocencia de Glas y dijo que, aparentemente, existen intereses políticos detrás de ese caso para apoderarse de la Vicepresidencia.

El exmandatario no descartó visitar a Glas en la cárcel, aunque está abocado a recorrer varias ciudades y mantener contactos con sus allegados para preparar la Convención de Alianza País, una tarea que puede tornarse conflictiva, pues varios grupos críticos con él han anunciado protestas por su presencia en el país. EFE

Más relacionadas