«Mitología Pacchiana» deslumbra y encanta en galería DPM

Foto La República EC

Guayaquil.- Wilson Paccha, el artista quiteño autor de la muestra «Diamantes Interestelares» que se expone actualmente en galería DPM, frente al parque de Urdesa, conversó con La República sobre su llamativa y provocadora muestra.

Visitar una exposición de Paccha es un poco como recorrer un  «Jardín de las Delicias» bastante tropical, poblado por las más originales criaturas en sorprendentes circunstancias y chocantes actitudes.

LR: ¿Porqué «Diamantes Interestelares»? 

WP: El título de la exposición lo asoció con el clima de la fauna que habita las obras: personajes o seres singulares, bizarros, pintorescos, alienígenas, en situaciones poco comunes, que se salen de nuestra cotidianidad.

LR: Entre las obras expuestas está la que ganó una mención en el último Salón de Julio- Fundación de Guayaquil, 58 Edición, dirigido por Hernán Pacurucu Cárdenas, itulada “ Sin casinos no hay paraíso, ¿a qué hace alusión esa obra?

Foto decWilson Paccha con su obra

WP: Hace alusión a la prohibición de los casinos en la ciudad, representada en una actitud de enojo e impotencia y rodeada de una fauna tropical.  La generalidad de la obra está habitada por un atropello colorístico como su columna vertebral, la mayoría son objetos intervenidos con escenas pictóricas, escenas con cierto tinte medieval- épico – mitológico, donde el fondo o soporte de la escenografía de cada obra es el paisaje y donde actúan dichos personajes propios de la mitología Pacchiana, como monstruos, seres deformes, féminas bizarras, aliens, animales que escoltan dichas escenas…

LR: Hay mucha provocación en tu obra.

WP: Lo mío son obras donde se funde la tragicomedia, con mucho humor negro, sarcasmo e ironía …ser mordaz y provocar es un común denominador en mi obra. Hay escenas cargadas con fenómenos aleatorios como inscribir en las paredes personajes vitales como el Brayan y la Britanny … Técnicamente son ensamblajes, o pintura sobre ensamblajes, la variedad en los soportes predomina, como piernas ortopédicas, latas de carbón, puertas, libros, zapatos, etc.

Obra de Wilson Paccha, foto larepublica.ec

LR: ¿Qué materiales usastes para realizar tu obra?

WP: Usé el carbón, lápiz, marcadores al acrílico, óleo, resina PollyEster , óleo, plástico, Glass, pastel de colores, etc etc.

LR: ¿En qué estapa de tu producción artística sientes que estás ahora?

WP: Estoy en una etapa en la que emocionalmente tengo la paciencia para tener una dinámica preciosista y trabajar como una dedicada costurerita, explosivo, lleno de disparates y ocurrencias, muy atrevido con los soportes, temática de provocación constante.

Foto larepublica.ec

El crítico de arte Rodolfo Kronfle Chambers considera que: «El programa pictórico de esta etapa, ya madura, es de armas tomar: una inmisericorde abducción visual que, poblada de códigos y febriles relatos, lo convierten -¡que don Eduardo me perdone desde el más allá por este arco asociativo extravagante!- en el simbolista más barroco desde Solá Franco».

 “Sazóname la nutria”

«Tenemos años en que el discurso de la corrección política ha venido modelando -y secuestrando- lo que se puede o no expresar en la esfera pública, cínicamente a contrapelo de las realidades que son más dura que una roca. La obra de Paccha se da de quiños con las reglas de etiqueta verbal con que se describe y encorseta al mundo de hoy, y muestra e insinúa con violento humor aquello que está ahí, que existe y que se prefiere no mencionar».

 «El trabajo resume una actitud de virilidad lasciva, y morbo atropellado, para entender el cortejo que es condenada, pero que, guste o no, forma parte consustancial de la masculinidad del ecuatoriano promedio (¿recuerdan el sketch cómico de Moti y Pescado?). ¡Tema candente en las agendas académicas! Su obra –renegada y alevosa, repulsiva y magnética a la vez-, encierra una mirada desbocada y concupiscente hacia las ninfas –novias reales o fantaseadas- que son acariciadas con mente, brocha y palabra, algo que no hace sino reflejar rasgos culturales que no se pueden tapiñar con un dedo, o barrer bajo la alfombra de protocolos de comportamiento bienquerientes. Me aventuro incluso a encontrar un punto donde converge la voracidad insaciable del Vampi con una leyenda andina que circula desde la conquista (de esas que consumimos en la escuela para reforzar aquello de la identidad), la del Chuzalongo (“niño seductor y perverso”, en quichua), una criatura de “rasgos humanoides” y desenfrenado apetito sexual que carga al hombro su gigantesco pene».

 «Vale situar esta encrucijada conceptual, que en el sentido de resistencia cultural encierra su trabajo, como materia de discusión más que pertinente en los tiempos actuales; desentrañar las implicaciones que de ella derivan, a la luz del orden y buenas prácticas sociales que aspiran los feminismos radicales, no es asunto fácil. El universo de Paccha, hipertrofiado de artilugios visuales, muestra algo que resulta un verdadero prodigio: la habilidad de literalmente cagarse en la tapa de la escena y salirse con la suya». (F)

María Jurado.

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