La muerte de frente y sin adornos, la apuesta de Ecuador para los Goya

Es una producción pequeña, rodada casi en un único escenario y con un duro tema central: la muerte, sin adornos. Es lo que ofrece «Translúcido», un sorprendente filme con el que Ecuador aspira, «con el espíritu de David contra Goliat», a estar entre los nominados al Goya a mejor película iberoamericana.

Son las palabras del protagonista y productor de la cinta, el actor ecuatoriano Roberto Manrique, popular por su participación en telenovelas como «Sin senos sí hay paraíso», que da su salto al cine como Rubén, un hombre al que han diagnosticado un cáncer de páncreas terminal y decide no someterse a tratamiento y acabar con su vida rodeado por sus amigos.

«Meses antes del rodaje empecé a vivir como si cada experiencia fuese la última de mi vida», explica Manrique a Efe al contar cómo se preparó para una película que se rodó en solo once días, en un apartamento de Nueva York en el que él incluso se instaló y con un guion sin diálogos que potenciaba la improvisación.

Por eso su preparación fue meterse en la psicología de un personaje que poco tiene que ver con él. Recuerda que a su padre le diagnosticaron un cáncer y reunió a sus hijos para decirles: «ya les enseñé a vivir, ahora les voy a enseñar a morir».

Una experiencia que hizo a entender a Manrique que la muerte es parte de la vida, cuenta el actor en Madrid, donde el filme se está exhibiendo para público y académicos de cara a las nominaciones a los Goya que se anunciarán el próximo día 13.

Proyecciones que están sirviendo al actor y al director de la película -el venezolano Leonard Zelig- para constatar la gran conexión que genera la película con el público y el grado de cuestionamiento interior que provoca, lo que les hace ser optimistas sobre una posible nominación, que sería la segunda de Ecuador.

«Sería maravilloso para la película, para mi carrera pero, sobre todo, para la industria del cine de Ecuador», afirma convencido Manrique, que asegura que la idea de estar entre las cinco candidatas finales le «emociona profundamente».

Principalmente porque son una producción pequeña, con mucho menos presupuesto que la mayoría de las 16 candidatas presentadas por los países iberoamericanos.

Al respecto, Zelig destaca la gran calidad de otras de las películas que optan al Goya, como la argentina «Zama», de Lucrecia Martel, que califica de «espectacular», o «El amparo», de su compatriota Rober Calzadilla.

En su caso, «Translúcido» juega con esa conexión con la audiencia, que es precisamente lo que Zelig busca como cineasta.

«Uno hace películas para generar ese tipo de reacción y, cuando se produce, es sobrecogedora», afirma el realizador, muy satisfecho con los premios de audiencia que ha conseguido con el que es su segundo largometraje tras «SubHysteria».

Inspirado por el filme canadiense «Las invasiones bárbaras», Zelig pensó en un hombre en un apartamento y en la muerte y de ahí surgió «Translúcido».

Al principio iba a ser una película venezolana pero la situación económica de su país no le permitió encontrar la financiación. Y se encontró con que Roberto Manrique, que tenía un papel secundario, se implicó tanto en el proyecto que se convirtió en productor.

«Roberto es lo mejor que me pudo haber pasado en mi carrera», asegura Zelig, mientras Manrique recuerda como la propuesta del realizador le caló profundamente.

Manrique decidió así transformarse en Rubén, una experiencia tan intensa que si el rodaje hubiese sido más largo, no sabe si hubiera «sido capaz de hacerlo».

Y entrar en un mundo desconocido, el de la producción que asegura: «Llegó a mi vida para quedarse». EFE

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