Ataque en San Lorenzo

Este problema entraña dos dimensiones ineluctables : la económica y la política.

En la dimensión económica gira alrededor de la industria del narcotráfico que no se limita al cultivo de hoja de coca ni a la elaboración de cocaína, sino que como industria necesita toda una gama de instrumentos para consolidar su sistema.

En Colombia desde la década de 1990, pese a programas de erradicación de cultivos de hoja de coca y la puesta en marcha del llamado “Plan Colombia”, tanto los cultivos como la elaboración de cocaína aumentaron de forma exponencial. La vista satelital de estudios realizados en el 2008 mostraban ya en esa época como regiones tradicionales en producción de coca-cocaína de los departamentos de Guaviare, Antioquia y Bolívar habían dado paso a regiones del sur colombiano, frontera con Ecuador.

En efecto, desde finales del S.XX los cultivos de coca habían aumentado de forma exponencial en los departamentos frontaleros ecuatorianos: Nariño y Putumayo. Por ejemplo en Nariño (fronterizo a Carchi-Esmeraldas) solo en 2009 se cultivaron casi 17.000 hectáreas de hoja de coca y más cerca de 60 toneladas métricas de cocaína pura. En Putumayo (frente a Sucumbios y Carchi) se cultivaron 5.316 hectáreas de hoja de coca. Pero esa misma toma satelital mostraba que ya en esa época también, otros departamentos del Caquetá y el Cauca, cercanos a Ecuador se iban consolidando en la industria de la droga y presionando fuertemente a Ecuador en términos de violencia y narcotráfico, con una producción de coca cocaína similares a los de Putumayo (UNODC 2010). Toda esta región frontalera de Ecuador se ha convertido vertiginosamente en la mayor productora de coca-cocaína de Colombia.

No es coincidencia que es la zona de mayor influencia sicarista, guerrillera y paramilitar y en movimiento hacia la frontera con decenas de miles de desplazados, refugiados y migrantes, entre los que se entremezclan grupos armados no estatales (GANE). Estos grupos “ganan”, ya que actualmente todos los GANE convergen alrededor de la industria de la droga, pero esta industria no migra sola hacia Ecuador, va acompañada de sicarismo, secuestros, asaltos, prostitución, tráfico de armas, de personas, de divisas, corrupción, muerte y terror porque todas estas son actividades del narco negocio que brinda utilidades económicas exponenciales, lo que le facilita penetrar todos los espacios de la sociedad y del Estado.

El otro aspecto es el político, en el que ha existido una cierta voluntad de gobiernos colombianos de dejar desplazar la industria de la droga hacia regiones cercanas al vecino Ecuador. La vieja relación de droga y paramilitarismo ha dado lugar a la emergencia de nuevos grupos paramilitares los que junto a frentes de las FARC y ELN han desarrollado actividades violento-económicas donde todos convergen y se asocian. El objetivo fundamental de los GANE es ganar espacios, controlar corredores del narcotráfico, con tácticas de terror: explosiones, masacres, extorsiones, secuestros.

En el Reporte de Human Rights Watch (HRW 2010) se identifican varios grupos armados no estatales (GANE), que “trabajan” en la frontera con Ecuador: Los de Urabá presentes en nueve departamentos y en Nariño; Los Rastrojos, presentes en 10 departamentos y en Nariño y Putumayo; Nueva Generación presentes en Nariño (ex AUC); Los Machos, participan con las Aguilas Negras cerca del Ecuador; Cordillera, presentes dentro de Ecuador; entre otros.

Además están los frentes de las FARC y columnas guerrilleras del ELN que no se han desmovilizado y se han vuelto autónomos.

A todos estos grupos los llamamos GANE, porque son grupos organizados con experiencia en actividades de guerra y manejo de tecnología militar. Ponen en marcha sobre todo acciones de terror como la de San Lorenzo en Ecuador, cuyo objetivo no solo es asegurarse la producción de coca-cocaína sino los corredores terrestres y fluviales para el transporte de droga. De la experiencia en la guerra en Colombia de más de 60 años, estos grupos saben que tienen la posibilidad de penetrar y controlar espacios políticos, lo que viene a romper todos los esquemas de análisis tradicional.

El pensador e ideólogo del arte militar Carl Von Clausewitz en Vom Kriege (De la Guerra) propuso una tesis que está vigente ya más de dos siglos “la guerra es la continuación de la política por otros medios”. Aunque la guerra del narcotráfico parecía invertir esta tesis haciéndonos pensar que “La guerra es la continuación de la economía por otros medios, nos vemos forzados a admitir que la tesis clausewitziana sigue vigente. Lo que cambia es la forma violenta de influir en los votantes. En época de elecciones candidatos locales en Colombia son asesinados y otros amenazados en pueblos claves para narcos y para minería ilegal, bajo presión de las FARC y otros paramilitares narcos; en México igual, y probablemente en Ecuador sería esa la misma dinámica. Lo que hace pensar que más atentados terroristas habrá por la falta de control de frontera de Colombia pero sobre todo de Ecuador. Recordemos que próximamente hay elecciones municipales en este país.

El atentado en San Lorenzo solo es una más de las intervenciones del narcoterror colombiano en territorio ecuatoriano, diversas formas de violencia del conflicto colombiano se han hecho presentes en Carchi, Esmeraldas y Sucumbíos desde hace casi 30 años y actualmente en todo Ecuador con secuestros y extorsiones a empresarios a causa de la libre circulación por las fronteras. La “Violencia Postconflicto Colombiana” va a continuar golpeando Ecuador mientras no haya control de circulación por las fronteras y no exista una fuerte presencia militar para disuadir a grupos disidentes de FARC, ELN, y otros GANE que no se incorporaron al proceso de paz. La guerra en territorio ecuatoriano parece configurar “La continuación de la política y la economía por otros medios”.

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