El cartel

Es importante, por ello, que este episodio protagonizado por tan preciadas criaturas del exdictador no quede olvidado. No nos engañemos. Si estos individuos sacaron a la luz al menos un pedacito de lo que saben –después de todo, fueron piezas clave del régimen más corrupto de nuestra historia– fue porque se sintieron atrapados por la opinión pública y traicionados por otro de ellos.

¿Podrá el Ecuador volver a sufrir la experiencia de la pasada década? Claro que sí, a menos que el cartel del correísmo quede arrasado como Cartago. La prueba de que lo que podría estar sucediendo es simplemente el reacomodo o metamorfosis de la estructura mafiosa correísta, pero no su extinción, es la vergonzante votación legislativa que rechazó en días pasados una simple resolución urgiendo el establecimiento en el Ecuador de una comisión de las Naciones Unidas al estilo de la que existe en Guatemala y otras naciones, para combatir la impunidad y el crimen organizado.

Por ello es por lo que cabe seguir preguntándonos: ¿Por qué no se lo vincula aún al exdictador con el caso Odebrecht por peculado, a pesar de las abundantes y claras evidencias? ¿Por qué aún no se procesa a Odebrecht, tal como lo ordenó el tribunal que condenó a Jorge Glas, ahora que ya es posible enjuiciar penalmente a las compañías? ¿Por qué la fiscalía estadounidense le impuso a ella una sanción de miles de millones de dólares y acá, donde sus actividades fueron mucho más corruptas, ni se la toca? ¿Tienen miedo acaso de que Odebrecht delate a otros personajes? ¿Ese fue el acuerdo al que llegaron? ¿Por qué no se cumple aún la orden del tribunal en el sentido de que el exvicepresidente sea procesado por otros delitos más graves? ¿Cómo es eso de que se perdió un informe reservado de la Contraloría constatando la existencia de un peculado? ¿Por qué no revelan el destino de los millones de gastos reservados de la Senain? Si hubo un saqueo de los fondos que no eran reservados, ya puede uno imaginarse lo que pasó con los “reservados”. Pero, sobre todo, ¿cuándo el cartel correísta devolverá los millones que saquearon?

Pretender que un plan económico –que es urgente, ciertamente– lleve al país por la senda del progreso, pero dejando intactas las estructuras delincuenciales de la “década ganada” es un espejismo; un espejismo que huele a impunidad, más bien. Nunca ha habido progreso económico sostenido en sociedades sin instituciones, dirigidas por líderes que viven inmersos en la cultura del abuso, el chantaje y la arbitrariedad. No es una coincidencia que, en los Estados Unidos, una de las naciones más desarrolladas, los servidores públicos, elegidos por votación popular o no, que incurran en el delito de “abuse of power” o abuso de poder, tengan severas sanciones. (O)

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