La revancha de los compadritos lindos

Se lo dijo por teléfono al exContralor Carlos Pólit, entonces ya prófugo en Miami. El Fiscal Carlos Baca Mancheno debía ser destituido (había que “bajárselo”, dijo él), antes que termine este año, porque “no cumplía con ningún acuerdo”.

La conversación la escuchamos todos porque en un acto de supervivencia, cuando se vio acorralado y a punto de caer, Baca divulgó los audios ante el estupor de la Nación. Para entonces, la Fiscal Subrogante, Thania Moreno, supuestamente bajo la influencia del entonces poderoso Presidente de la Asamblea, había iniciado una investigación previa contra Baca por el supuesto uso doloso de fondos de gastos reservados cuando presidía la Comisión del 30S. La Fiscal Subrogante se basaba en un informe de Contraloría, aparentemente filtrado por Pólit, pero del que la actual Contraloría decía que no existía.

El vendaval arrastró al Presidente de la Asamblea y a la Fiscal Subrogante, y no se pudo librar ni el Fiscal General, quien, según todo parece indicar, será destituido por una Asamblea Nacional que a mi juicio no ha logrado explicar los motivos. ¿Carlos Baca Mancheno va a ser destituido porque demostró la complicidad entre José Serrano y Carlos Pólit? ¿Porque fue correísta al punto de recibir un salario como asesor del Presidente Rafael Correa y presidir una comisión destinada a perseguir a sus enemigos?  ¿O realmente Baca Mancheno va a ser destituido porque dejó de ser correísta y no cumple ya ningún acuerdo?

Confieso que yo también temí cuando Baca fue elegido Fiscal General por ese ominoso Consejo de Participación que antes había designado a Galo Chiriboga y reelegido a Carlos Pólit. No tenía dudas entonces de que Baca iba a proteger a Jorge Glas y a revivir el fantasma del 30S haciendo público el informe que una vez entregó a Chiriboga y que se mantiene en reserva hasta hoy. Pero una mañana desperté con la noticia de que habían allanado la casa de Ricardo Rivera, el tío de Glas, y que cuando llegaron a la casa de Carlos Pólit este ya había fugado.

Ya lo van a liberar, pensé, es solo una estratagema para engañar a la opinión pública, me dije. Pero en los días siguientes Rivera fue acusado y pronto el proceso se dirigió hasta el Vicepresidente de la República en ejercicio. Capaya fue condenado. Lo mismo ocurrió con el exministro de Electricidad, Alecksey Mosquera, a quien Correa había defendido ardorosamente alegando que el millón de dólares que había recibido de Odebrecht (y escondido en una cuenta secreta en Andorra) era el pago de un acuerdo entre privados. Rivera sigue en prisión. Y el mismísimo Jorge Glas ha sido condenado a cinco años.

¿Que Carlos Baca Mancheno era un ferviente correísta y que ese es el principal motivo por el que fue elegido? No lo dudo. Lenín Moreno también. ¿Que recibió pago de gastos reservados de la Secretaría de Inteligencia para ejercer la presidencia de la comisión del 30S y que eso desmiente que se trate de un prohombre inmaculado? Si se comprobara que eso es cierto, ese me parece un buen punto. Pero el problema es que no sé cuál es el hombre moralmente intachable con el que la clase política va a reemplazarlo en la Fiscalía General.

Hasta el momento, nadie sabe quién va a reemplazar a Baca Mancheno. Ni siquiera, quién lo va a designar. La Procuraduría sostiene que debe ser el Consejo de la Judicatura, presidido por Gustavo Jalkh, quien lo escoja. El Consejo de Participación Ciudadana presidido por Julio César Trujillo está convencido de que son ellos quienes van escoger, siguiendo el respectivo concurso, y quizás designando un Fiscal Provisional, para evitar que la entidad quede en acefalía. Pero nadie tiene un candidato en firme, y las posibilidades de que vía Consejo de la Judicatura, otro correísta asuma la Fiscalía General son enormes.

Lo único cierto es que a esta hora, poco antes de que los asambleístas se reúnan, todo parece indicar que Baca Mancheno será destituido, nadie sabe bien por qué. Y que los compadritos lindos de la conversación telefónica habrán triunfado, y en el plazo previsto. Supongo también que alguien en Bélgica, o en La Habana, o en el lugar del mundo donde ahora se encuentre, sonreirá satisfecho.

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