La «victoria» de la Chayo

Alberto Molina

Alberto Molina
Guayaquil, Ecuador

Desde abril, Nicaragua vive un infierno, el de la pareja conformada por Daniel Ortega y Rosario Murillo, a pesar de que miles de voces, de gobiernos, de organizaciones, de la Iglesia, piden que paren ese baño de sangre (se acercan a 400 las víctimas de ese brutal genocidio).

Pero la obcecación de la pareja que gobierna se niega a dejar el poder y con cinismo siguen enarbolando la bandera rojo y negra del Frente Sandinista.

Para esta pareja de dictadores, del Frente Sandinista, sólo les queda el nombre. La inefable estrafalaria Rosario Murillo, alias La Chayo, ha proclamado como una «victoria», la toma a sangre y fuego de Masaya y la represión brutal a la gente humilde del barrio de Monimbó.

Con el cinismo que le caracteriza, alias La Chayo, ha declarado, sin inmutarse: «Proclamamos nuestra victoria, nuestro avance sobre esas fuerzas tenebrosas, diabólicas». ¿Qué más tenebrosa y diabólica que la Murillo? Solo de verla da espanto.

Pero, frente a esta tragedia, hay voces sensatas como la de Pepe Mujica, que desde Uruguay nos dice: «Recuerdo nombres y compañeros que dejaron la vida en Nicaragua peleando por un sueño. Siento que algo que fue un sueño, se desvía, cae en autocracia y entiendo que quienes ayer fueron revolucionarios, perdieron el sentido de que en la vida hay momentos en los que hay que decir `me voy`».

Ojalá estas palabras lleguen a los oídos de la pareja de dictadores que son tan o más feroces que los Somoza, igual que en la atormentada Venezuela, donde gobierna ese mastodonte, el maligno Maduro, sin contar al inefable y ladino Morales en Bolivia.

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