La caterva invisible

Hernán Pérez Loose
Guayaquil, Ecuador

Si bien la mayor parte de las cabezas visibles de la mafia correísta están fuera de sus cargos, comenzando por el capo di tutti capi, lo cierto es que ellos siguen libres, y la estructura de corrupción que sembraron por una década trabaja ahora con rostro invisible. El Sr. Vidrio no solo que no ha sido encausado por otros delitos, y no solo que, al estilo mafioso de Pablo Escobar, hasta recibe mariachis en su supuesta cárcel, sino que además se da el lujo de que aparezca una perla en un proyecto de ley reformando coincidentemente el tipo penal por el cual fue procesado con el riesgo cierto de ser mañana interpretado a su favor y apurar su salida.

Uno de sus cómplices, un señor que se ha burlado del país con la teoría de que un buen día le cayeron del cielo varios millones de dólares, y que como no sabía de dónde venían se los entregó al Estado luego de algún tiempo, y que, por lo tanto, ya nada debe; este señor, decíamos, debió ser llamado a juicio hace rato, pero no sucede nada. Hace pocos días un funcionario denunció que un juez había recibido de una fiscal la oferta de 300 mil dólares de parte de un exministro procesado para obtener su absolución. Al funcionario denunciante –no a la fiscal denunciada– se le pidió que renuncie a su cargo. Y así por el estilo.

En Argentina, el sistema de delaciones está funcionando no por lo que dice la ley, sino porque ya hay varios empresarios, banqueros, políticos, exsenadores y ex altos funcionarios de la mafia Kirchner, incluyendo un exvicepresidente, que están condenados a decenas de años de prisión. Ese es el principal incentivo para delatar a los cabecillas, y para colaborar con la recuperación del dinero robado. El exjefe de la campaña del candidato Donald Trump, Paul Mananfort, acaba de declararse culpable de varios delitos y ha ofrecido colaborar con el fiscal especial Robert Mueller que investiga al presidente Trump. El acuerdo que ha firmado lo obliga a entregar toda la información que tiene y comparecer como testigo en todos los procesos en que sea necesario. Lo que estaba en juego eran probablemente 30 años de reclusión en una cárcel federal. Mananfort, quien antes se había negado a colaborar, optó finalmente por hacerlo.

A la corrupción no la destapan las leyes, sino la sociedad organizada, la prensa independiente, pero, sobre todo, los jueces y los fiscales. ¿Qué incentivo va a existir para delatar a los corruptos en el Ecuador si los grandes capos del correísmo, así como sus lavadores, intermediarios, comisionistas, financistas, y asesores siguen mandando ocultamente, o viven muertos de la risa, y los pocos que están presos lo están por delitos menores? ¿Qué incentivo va a tener Mr. Vidrio para colaborar si sabe que en poco tiempo estará libre, y si sabe que afuera hay toda una caterva de funcionarios corruptos que están trabajando para encubrir a la banda que nos gobernó? Ninguno. (O)

Más relacionadas