Rusia podría abandonar el Consejo de Europa

Piotr Tolstói, vicepresidente de la Duma o cámara de diputados.

Moscú (EFE).- En 1996 el ingreso en el Consejo de Europa significó el retorno de Rusia a la familia de las democracias europeas tras la caída de la URSS y, ahora, su más que probable salida, proceso ya conocido como «ruxit», puede poner un clavo más en el creciente aislamiento del país.

«Si tomamos la decisión de salir del Consejo de Europa, algo que sólo puede hacer el presidente, entonces no cumpliremos con las decisiones del Tribunal Europeo de Derechos Humanos», advertía esta semana Piotr Tolstói, vicepresidente de la Duma o cámara de diputados.

Rusia, que se vio privada del derecho de voto justo después de la anexión de Crimea (2014), ya ha puesto fecha tope a su salida, enero de 2019, aunque la decisión podría ser tomada mucho antes debido al enquistamiento de la crisis entre Moscú y Estrasburgo.

El ministro de Exteriores, Serguéi Lavrov, presidirá el 23 de octubre la reunión de la comisión gubernamental que debe presentar las correspondientes propuestas al presidente ruso, Vladímir Putin, que será quien tome la decisión definitiva.

Putin ha dicho en numerosas ocasiones que no permitirá el aislamiento de su país, como ocurriera con la Unión Soviética, pero la decisión de la delegación rusa de dejar de pagar hace más de un año sus cuotas ha cerrado casi todas las vías para un arreglo.

Por lo que parece, la situación es tan crítica, como ha reconocido el propio secretario general del consejo, el noruego Thorbjorn Jagland, que sólo un diálogo «al máximo nivel» solucionará el entuerto.

«Aún no es tarde para evitar el Ruxit. Exhorto a los gobiernos a asumir sus responsabilidades con seriedad y encontrar una solución con Rusia«, dijo.

En su momento, el líder ruso Boris Yeltsin tuvo que hacer muchos sacrificios para que Rusia fuera admitida, como imponer una moratoria a la aplicación de la pena de muerte, aunque Estrasburgo también cerró los ojos a las brutalidades cometidas por el Ejército ruso en la primera guerra de Chechenia (1994-96).

Aunque el Consejo de Europa, que promueve la democracia, el estado de derecho y los derechos humanos, tiene una influencia limitada en los asuntos europeos, la salida de Rusia le colocaría al mismo nivel que Bielorrusia, el único país europeo que no pertenece al organismo.

La presidente del Senado, Valentina Matviyenko, encendió todas las alarmas hace un mes al asegurar que, «sinceramente, cada vez está más cerca la decisión de abandonar el Consejo de Europa».

Matviyenko aseguró que es «un sinsentido» prolongar la actual situación, ya que Rusia «lleva cuatro años negociando y todo está en un punto muerto».

Pero los sucesos se han precipitado después de que la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa aplazara el debate de la «norma antidemocrática», según Matviyenko, que permite privar a un países del derecho de voto, como ocurrió con Rusia.

«Los últimos acontecimientos demuestran que nuestras esperanzas, lamentablemente, eran futiles», admitió.

Rusia acusa a Estrasburgo de ceder ante las presiones de una «minoría rusófoba», en clara alusión a Polonia y los países bálticos, motivo por el que el Consejo de Europa, según Moscú, se encontraría sumido en una «profundísima crisis» y necesitaría una «urgente reforma».

Jagland advirtió que, según el reglamento, un país puede ser expulsado si no paga sus cuotas y, de hecho, el Consejo de Europa podría elaborar su presupuesto para 2019 sin contar con la contribución rusa.

Con todo, Rusia insiste en que el dinero no es la manzana de la discordia, ya que es uno de los principales contribuyentes al Consejo, sino una consecuencia de la «discriminación» de la que es objeto su delegación.

«La pelota está en el campo del Consejo de Europa, en particular en el de la Asamblea Parlamentaria. Tan pronto como nuestra delegación sea restablecida plenamente, Rusia cumplirá completamente con sus obligaciones financieras por este año y los anteriores», aseguró Alexandr Grushko, viceministro de Exteriores.

Mientras, Moscú ya busca alternativas a la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa como es el caso de la reunión de los presidentes de los Parlamentos de los países de Eurasia.

Jagland habló de junio del próximo año como el plazo límite para el arreglo de la crisis con Rusia, pero todo apunta a que Moscú no esperará tanto.

«Es posible que debamos pensar ya en suspender o congelar nuestra membresía en el Consejo de Europa sin esperar a que cualquier fanfarrón antirruso inicie el proceso de exclusión», afirmó Leonid Slutski, jefe del comité de Exteriores de la Duma. EFE (I)

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