Más deuda

Jorge Calderón Salazar

Jorge Calderón Salazar

Guayaquil, Ecuador

En estos días el presidente Lenín Moreno cumplió una visita oficial a la República Popular China donde mantuvo reuniones a nivel empresarial y político, claro está que la principal razón del viaje era concretar nuevos créditos que el gigante asiático concedería al país, los primeros desembolsos ascenderán a casi mil millones de dólares.  Los mismos que se desglosan de la siguiente manera: casi 70 millones de dólares fueron otorgados por el Eximbank a una tasa de interés del 2% y un plazo de 20 años y su direccionamiento es para atender la reconstrucción de las zonas afectadas por el terremoto del 2016.

Se recibieron otros 900 millones de dólares a una tasa de 6,5% con dos años de gracia y un plazo de seis años para el pago, siendo lo destacable que no se compromete la entrega de crudo a cambio del préstamo, que era el principal componente en las negociaciones crediticias anteriores con China.  De igual manera la tasa a la que se concede el crédito está entre 3 a 3.5% menor a la que se pactaría si se emitiera bonos, pues el riesgo país se encuentra por encima de los 700 puntos. Este crédito concedido por el Banco de Desarrollo de China, teóricamente es beneficioso para el país por las condiciones mencionadas anteriormente.  El direccionamiento de este crédito es para cubrir (según lo indicado por el Ministro de Economía y Finanzas) los déficits de los próximos años, claro está que coincide con los pagos de amortizaciones de capital de deuda previamente contraídas.

Recordemos que China es el principal socio financista de Ecuador desde el 2007, la deuda del país con este asciende aproximadamente a 7 mil millones de dólares,  esto derivado de los créditos que ha recibido el país y que se usaron para proyectos estratégicos y que en gran medida estaban sujetos a la venta anticipada de crudo atada a créditos.  Ahora bien, ¿por qué regresamos casi un año después a tocar las puertas de China en lo concerniente a solicitar créditos? La razón es que el gobierno evita por varios medios realizar un acuerdo crediticio con el Fondo Monetario Internacional, si bien está entre sus opciones y eso se refleja en las mejores relaciones que tenemos con este y varios organismos multilaterales de crédito evidenciadas en los últimos meses; acordar un crédito con el FMI significaría adoptar un conjunto de medidas (necesarias eso sí) que solicitaría el mencionado organismo para mejorar la situación fiscal del país y así otorgar el crédito por tramos.

Claro está que el gobierno ha tomado algunas medidas para solucionar el problema fiscal, como reducir salarios en algunos niveles jerárquicos, eliminar subsidio a la gasolina súper, reducir el gasto corriente (aunque no ha logrado mucho en este sentido), entre otras; un acuerdo con el FMI llevaría a tomar medidas muchas más exigentes que hasta las ahora tomadas, y esto es porque el gobierno aplica una estrategia gradualista que no le lleva del todo a resolver el problema heredado.  De ahí, que la opción de retomar los créditos con China resulta ventajoso porque no le exigirán más requisitos de lo que se establece en el otorgamiento de un crédito entre dos partes, cabe señalar que se dejo la puerta abierta para acceder a otros 3,500 millones de dólares en el futuro.

El gobierno ecuatoriano no debería dilatar más concretar un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional en aras de estabilizar la economía, pues es necesario hacer un ajuste importante en las cuentas fiscales, la preocupación del gobierno (y es entendible) es el costo social de las medidas, pero esas son las consecuencias generadas por las mismas malas decisiones que tomó gran parte de la población al alentar al proyecto político de Correa que vendió una ilusión de progreso y crecimiento y que solo dejo deuda y pobreza para el futuro. (O)

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