Amy Tan: mi madre me dijo que era mejor que un hombre para que no me limitaran

Amy Tan. Imagen tomada de Newseum.

«No recuerdo cuántos años tenía cuando mi madre me dijo por primera vez que yo no era igual que los hombres, sino mejor«, dice la autora Amy Tan, una forma de inculcarle que nadie podría decirle dónde estaban los límites y que ha aplicado a sus personajes literarios: mujeres fuertes, nunca complacientes.

Este es uno de los momentos de su vida que la escritora estadounidense de origen chino Amy Tan recoge en su último libro, «Recuerdo de un sueño», editado en español por Planeta, un viaje a través de la memoria en la que muestra la influencia que ha tenido en sus novelas, algunas tan famosas como «El club de la buena estrella» o «La hija del curandero».

Su madre -recuerda Tan en una entrevista con Efe- estaba muy por delante del movimiento de liberación de la mujer, que promovía la idea de que las mujeres eran iguales a los hombres y que debían ser tratadas por igual: «Entonces, ¿quién decide qué es esa igualdad? En su opinión, era mejor para mí empezar a creer que era mejor, y no igual, porque entonces nadie podía decirme cuál era el límite».

Nacida en California (EE.UU.) en 1952 de un matrimonio chino emigrado a Estados Unidos, la escritora suele abordar en sus novelas las relaciones entre madres e hijas y el sentimiento de ser diferente y no saber a dónde se pertenece, temas habituales porque tienen que ver con su propia identidad.

Y en «Recuerdo de un sueño», su libro más personal, rememora las relaciones con su madre, la historia familiar y los acontecimientos que la han llevado a ser lo que es.

«Estoy obsesionada con la pregunta de quiénes somos y cómo nos convertimos en quienes somos. ¿Qué actitudes y creencias de la sociedad se arraigaron en nuestra infancia y en la edad adulta? ¿Qué moralidad nos fue transmitida por nuestros padres y adquirida por aceptación o rebelión? ¿Somos diferentes de nuestros antepasados?», explica la escritora.

En el libro recuerda cómo su madre le dijo que sólo ella podía decidir sobre sí misma. Y en cuestiones como el control de la natalidad y el aborto se pregunta: «¿por qué siempre los políticos masculinos quieren tomar decisiones sobre el cuerpo de las mujeres?».

«El control de la natalidad, según cree más de un senador (en Estados Unidos), es una cuestión de apretar las piernas cuando un hombre trata de violarte«, sostiene la escritora que recuerda cómo su madre estuvo casada, antes de con su padre, con un marido abusivo que trataba su cuerpo «como una máquina».

Su madre estuvo a punto de suicidarse porque no tenía otra opción. «Y por eso me enseñó que solo yo podía decidir. Nadie podía decirme si debía tener un bebé, ni mi suegra, ni mi marido ni mis amigos. Solo yo debía definir mi vida y mi futuro«, recalca.

Por eso las mujeres de sus novelas, los personajes a los que ella da vida, son mujeres fuertes y nunca complacientes que reflejan facetas de ella misma.

Muy crítica con el presidente estadounidense, la escritora es tajante al hablar de Donald Trump: «Ese hombre loco asalta a nuestro país diariamente y de manera inimaginable«.

Y asegura que no aceptará nada de él ni de sus «aduladores» porque han envenenado su país: «¿Cómo podría alguna vez aceptar la inmoralidad, la mentira, el engaño, el odio, el racismo, la pobreza, la falta de atención médica, la obediencia insensata al fascismo y el calentamiento global? Mis amigos y mi familia sienten lo mismo. Tres no lo hicieron y ya no son amigos».

Escribir un diario ha sido muy importante para Amy Tan, aunque dice que también sus novelas han registrado lo que es y lo que pensaba en un momento determinado del tiempo.

Y este libro, dice, supone algo más que explicar su vida, especialmente cuando habla de «los momentos oscuros y de crisis grabados en la memoria».

Recuerdos que están conectados con sus obsesiones y explican cómo piensa y por qué escribe. «Escribir es, de hecho, mi vida. Pero mi vida felizmente incluye a la familia, los amigos, la caridad, la naturaleza, la música, el arte y mucho más», concluye Amy Tan. EFE

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