Inicia proceso de prueba de método anticonceptivo para hombres

El gel anticonceptivo se aplica en los hombros para evitar la producción de espermatozoides.

El Instituto Chileno de Medicina Reproductiva (ICMER) inició el proceso de selección de unas cincuenta parejas que participarán en un ensayo clínico para probar si un gel anticonceptivo a base de hormonas es eficaz para suprimir los espermatozoides de los hombres y así evitar el embarazo.

La bióloga al cargo de la investigación, Gabriela Noé, explicó en una entrevista a Efe que «la idea es desarrollar un anticonceptivo hormonal masculino, que hasta ahora no existe, y que sea muy efectivo pero reversible. Es decir, una vez que termine el tratamiento, que consiste en aplicarse un gel en el hombro, se vuelva a la fertilidad previa».

Este estudio, promovido por el NIH (National Institutes of Health) de Estados Unidos, se realizará en nueve centros situados de todo el mundo: cuatro en Europa, tres en EE.UU, uno en Kenia y otro en Chile.

Según explicó Noé, los centros están en distintas etapas, debido a la gestión de los trámites de cada país, pero el objetivo es que «cada uno seleccione entre 30 y 60 parejas para probar este fármaco y al final se acabe aglutinando a un total 400 parejas en esta primera fase».

«Este gel cutáneo ya se ha usado en estudios anteriores, ya publicados. Sabemos que suprime la producción de espermatozoides y lo que avanzará esta investigación es en saber si está supresión evita el embarazo. Por eso en nuestro estudio participarán parejas, porque necesitamos ver si la mujer se embaraza», explicó Noé.

El anticonceptivo, que los seleccionados probarán durante al menos un año y medio, se trata de un gel con dos hormonas (testosterona y progestina) que se aplicarán diariamente en el hombro.

Noé explicó que el formato elegido es el gel «porque aún no se han encontrado hormonas que sean efectivas en hombres por vía oral» y el lugar de aplicación es el hombro «para evitar la contaminación con otras personas, ya que es una zona menos expuesta y con una camiseta se evita el contacto directo con otros».

Aunque el método de aplicación es distinto a los anticonceptivos hormonales femeninos, «el sistema es análogo a las píldoras, los parches, los implantes o inyecciones que usan las mujeres».

«En el caso de ellas, las hormonas actúan en el nivel central para inhibir la producción de óvulos. En el de los hombres, el mecanismo es el mismo, se actúa con la progestina a nivel central para suprimir las hormonas gonadotrofinas, que estimulan en los testículos la producción de espermatozoides», explicó Noé.

«En los hombres, este gel también contiene testosterona porque al suprimir los espermatozoides también se suprime la función de producción de testosterona y por eso hay que suplirla por fuera», agregó.

En cuanto a los efectos secundarios, la bióloga explicó que son los «típicos en el uso de hormonas: puede aparecer acné, algún pequeño cambio conductual o un poco de ansiedad».

«Son prácticamente los mismos que tienen las mujeres al tomar anticonceptivos hormonales. Pero en el caso de la testosterona en los hombres, puede que se sientan más alerta o ansiosos. Pero en general, son efectos muy leves», concretó.

En cuanto al poco avance en la anticoncepción masculina hormonal frente a la femenina, Noé opinó que se dio de esta forma al «encontrar primero una hormona que regulaba la fertilidad de las mujeres».

«Inicialmente los esfuerzos de los laboratorios y Estados fue solo hacia las mujeres porque evidentemente son las que se embarazan. Pero en aquel momento, los años 60, ellas estaban muy felices de poder controlar su fertilidad, ya que era de las pocas cosas que podían decidir en una familia y en la pareja», explicó Noé.

«Entonces no tuvieron problema en asumir ellas la responsabilidad del control de la reproducción. Pero ya llevamos más de 50 años con estos métodos. Y tanto los hombres como mujeres dijeron que no, que hay que compartir», agregó la bióloga chilena.

En este sentido, Noé también destacó el «respaldo indispensable de una farmacéutica para poder avanzar en los estudios» ya que son las que deben aportar los fármacos.

«Los estudios tienen cuatro fases y en cada una de ellas se aumenta el número de hombres que participan. En la tercera fase ya hay que probar el fármaco en miles de personas porque allí se analiza la seguridad y los efectos secundarios en distintas poblaciones», explicó.

Por el momento, el estudio está en un primer estadio, que consiste en probarlo en los nueve centros adscritos a esta investigación para luego continuar con las pruebas en poblaciones mayores. EFE (I)

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