Assange, agent provocateur del Kremlin

María Fernanda Egas
Miami, Estados Unidos

En abril del año 2012, el australiano Julian Assange transmitía su programa “World Tomorrow” en la cadena de televisión Russia Today, considerada por la inteligencia americana como una agencia del Kremlin. Simultáneamente, se iniciaron en la Embajada del Ecuador en Londres las adecuaciones para su asilo político, anunciado oficialmente dos meses después.

El fundador y vocero de WikiLeaks se declaró en peligro de ser detenido por demandas por delitos sexuales en Suecia y con temor de que una orden de captura acabara en su deportación hacia los Estados Unidos, donde tiene cuentas pendientes con la justicia por la publicación de información clasificada que Chelsea Manning hackeó al Departamento de Defensa.

Este asilo brindó la oportunidad de oro para que el ex presidente Rafael Correa se presentara como un gran defensor de la libertad de prensa, mientras en Ecuador perseguía periodistas e inauguraba su “Ley Mordaza”.

Assange se convirtió, prontamente, en una presa de la Cancillería del Ecuador, liderada entonces por Ricardo Patiño. El gobierno del Ecuador corrió con los gastos por cerca de $800 mil dólares de una remodelación de las instalaciones, equipos informáticos y servicios de la Embajada en Londres para acomodarse a las necesidades de Assange, según reveló el blog “La Fuente”. Medios como Plan V y el diario británico The Guardian reportaron que luego el gobierno de Ecuador montó un operativo de espionaje a los movimientos de su huésped, inclusive a los de la Scotland Yard, que vigilaba al asilado porque este tenía pendiente una orden de detención emitida por la Corte de Magistrados de Westminster por haber violado su libertad condicional.

La  “Operación Hotel”, como se llamó a este contrato de espionaje bajo órdenes del gobierno de Rafael Correa costó al Ecuador cerca de $5 millones de dólares. Assange se sabía vigilado. Y no faltaron los roces personales del Canciller Patiño con el asilado político, quien debió ver cómo se dilató un año la entrevista con representantes de la justicia sueca sobre sus supuestos delitos sexuales, porque Patiño exigió como requisito que se firmara una cooperación judicial entre Ecuador y Suecia.

Ante la desafiante relación entre protector y protegido, este último habría respondido con una filtración sobre la compra -aún no auditada- del gobierno de Correa en 2013 para su siniestra Secretaría de Inteligencia (Senain) de equipos de espionaje de la empresa italiana Hacking Team por más de medio millón de dólares, cuyo objetivo no sería seguir la pista a criminales y terroristas, sino infectar y robar datos de opositores al régimen como políticos, activistas y periodistas.  Hasta ahora se desconoce el paradero de estos equipos bajo la administración de Lenín Moreno.

La presencia de Julian Assange en la Embajada ecuatoriana en Londres ocasionó protestas del gobierno de los Estados Unidos, cuando en 2016 WikiLeaks publicó 30 mil emails de Hillary Clinton correspondientes a su gestión como Secretaria de Estado de Barack Obama. Estaba en marcha la campaña electoral y revelaciones como los aportes a la Clinton Global Initiative y el uso de su email privado durante su gestión pública afectaron su candidatura y los resultados electorales.

Por esta interferencia en la política americana que quebraba la condición de asilo político, Rafael Correa dispuso que cortaran a Assange por un tiempo el acceso a internet, aunque esto no garantizaría que el fundador de WikiLeaks lograse otras formas de acceso a la red.

Contrario a toda norma de asilo, reportes de Revista Plan V y The Guardian dan cuenta de que Assange hizo de la Embajada del Ecuador, en el lujoso barrio de Knightsbridge de Londres, un centro de operaciones de desestabilización de procesos políticos en otros países, a saber por los registros de reuniones con el promotor del Brexit, Nigel Farage, los promotores del independentismo catalán Oriol Soler y Amau Grinyó. También se registró la presencia de miembros del partido de Pablo Iglesias, Podemos, del Ministro de Asuntos Exteriores de Bolivia, del Ministro de Finanzas de Grecia, y funcionarios de la izquierda de Venezuela, Paraguay y El Salvador.  Solo entre junio y julio del 2016 Assange recibió 80 visitas.

En marzo de 2017, previo al balotaje presidencial del 2 de abril entre el candidato de Rafael Correa, Lenin Moreno, versus la opción de derecha a quien Assange desafió a retirarse de la contienda electoral, Guillermo Lasso; Assange negoció un acuerdo de inmunidad con la CIA.  Así lo ha corroborado el Diario ABC de España, a través de correos electrónicos entre  “David Laufman, ex jefe de la división de contrainteligencia del Departamento de Justicia de EE.UU., y el «lobista» Adam Waldman, que ha trabajado en varias ocasiones para el oligarca ruso Oleg Deripaska, a quien numerosos analistas consideran muy cercano a Vladímir Putin. En el pasado, Waldman hizo labores de asesoría y estrategia para el ministerio de Exteriores de Rusia.” Este acuerdo habría sido echado abajo por James Comey, ex director del FBI.

En diciembre del 2017, mientras Lenín Moreno solicitaba a Assange no interferir en el proceso independentista de Cataluña, la entonces Canciller del Ecuador, María Fernanda Espinosa, ejecutó un plan lesivo y audaz que había sido contemplado con anterioridad: otorgar la nacionalidad ecuatoriana al asilado Assange y asignarle una representación diplomática que le garantizara inmunidad.

A más de la conducta ofensiva y destructiva de Assange dentro de la Embajada ecuatoriana, como andar en patineta, jugar al fútbol, andar en calzoncillos, manchar de excrementos las paredes, así como no recoger los de su famoso gato James, el costo político y económico resultó insostenible para el gobierno de Lenín Moreno. Por un lado, con dificultades para reactivar relaciones y acuerdos económicos con otras naciones tras recibir las arcas estatales vaciadas por su predecesor Rafael Correa; y por otro, sabiendo que Correa, hoy también entrevistador de Russia Today, lo apuntaba 24/7 con las armas de Assange. Al retirar el 11 de abril el asilo a Assange, el gobierno del Ecuador anunció que había en su territorio un operador informático de Assange bajo sospecha de desestabilizar al gobierno.

El fiscal Robert Muller, a cargo de la investigación de la trama rusa en las elecciones de Estados Unidos “dejó claro que tenía pruebas suficientes para considerar a WikiLeaks un instrumento al servicio del Kremlin”, recuerda ABC.

El llamado de WikiLeaks a defender la libertad de prensa, mientras anuncia retaliaciones contra personas y gobiernos, y cobra venganza hackeando sitios como los del FBI en Estados Unidos y del gobierno del Ecuador, no pueden considerarse libertad de expresión ni periodismo.

Perder la vocería de Julian Assange en WikiLeaks es un golpe simbólico a una organización cuyo poder reside en la obtención ilegal de información, pero habrá muchas más que sirvan a Vladimir Putin y su propósito de crear una “democracia controlada”, mediante grupos que ocupen el espacio público y político, suplantando a la sociedad civil. El mejor espía del mundo puede jactarse de su control de la información, sin ser la primera potencia bélica ni económica. No le ha ido tan mal.

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