Raúl Andrade Gándara
Rochester, Estados Unidos
Hasta hoy me preguntaba como es posible lograr que se paguen diez mil dólares a alguien por hablar vacuidades. Pero ahora lo tengo claro. Con esa habilidad de malabarista y mezcla de payaso se puede hacer de todo en nuestro país.
Hasta declararse presidente sin saber cual es la función que hay que desempeñar. Y de allí declarar que es lícito irse por la tangente. Que el presidente está allí para que dejemos de hacernos los pendejos, pero que si no reaccionamos lo seguirá haciendo él con la brillantez con la que lo ha hecho hasta ahora.
Que la culpa es nuestra, por seguir alcahueteando algo que se sabía desde el primer día de su mandato, pero que no le correspondía a él ponerlo sobre el tapete, sino a nosotros. Que esto de los financiamientos a las campañas ha sido moneda corriente, y que frente a lo absurdo de la ley de elecciones que impuso Don Correone todos, incluyendo los de su propio partido, se vieron obligados a diseñar una red de corrupción para poder financiar sus millonarias pretensiones.
Que el problema no es la corrupción que campeó en todos los periodos de su partido, sino la perversa ley que obligó a los pobres aportantes a aliarse con unos testaferros dorados para no ser olvidados en el momento de repartir los contratos.
Que por último, no es su función castigar a sus coidearios, sino únicamente señalar el camino por donde han huido por lo errático de las leyes y los encargados de cumplirlas.
Así que, amigos lectores, ha quedado claro que si seguimos callados y no reaccionamos, nuestro líder seguirá haciéndose y haciéndonos pendejos a todos hasta nuevo aviso.
Y así, mientras el lcdo esquiva las balas, el peso de recuperar nuestra dignidad y valía como país pasó de sus manos a las nuestras, sin que caigamos en cuenta, tan esperanzados como estábamos que los temas se solucionen solos, como ha sido nuestra costumbre.
Hay entonces que agradecer al lcdo por habernos puesto cara a cara con nuestra realidad indolente, con nuestro absurdo quemimportismo que tolera y aúpa la impunidad, y recordarnos que nuestro presente y nuestro futuro dependen de nuestras ejecutorias y no de nuestras fantasías.
Que el eludir responsabilidades o lanzarlas a otro solo ahonda la sensación de inutilidad que hoy nos agobia, porque si nosotros nos hacemos los tontos, quienes gobiernan seguirán haciéndose los pendejos, porque se lo permitimos……