Las alcaldías de Nebot

Hernán Pérez Loose
Guayaquil, Ecuador

Por donde uno lo mire, las administraciones municipales que lideró Jaime Nebot durante los pasados 19 años constituyen un récord histórico. Nebot concluye su paso por la Alcaldía dejando una ciudad transformada y moderna, una ciudad a la altura de los complicados desafíos que le quedan por delante. Por décadas latía una suerte de contradicción o paradoja en Guayaquil. La ciudad se proyectaba hacia el país como el eje de la modernidad. El escaso desarrollo capitalista que tenía el Ecuador, sus vínculos con el exterior y su inserción en la economía internacional tuvieron su origen en la dinámica de las exportaciones agrícolas lideradas por las élites empresariales guayaquileñas.

Y, sin embargo, ese rol protagónico que tenía Guayaquil en lo económico, y que habría de marcar su huella en las diversas corrientes políticas nacionales –desde el liberalismo hasta el populismo–, contrastaba con la deplorable situación de sus servicios públicos locales, la falta de institucionalidad de su administración municipal, su marcada carencia de espacios verdes, su desorientada explosión urbana. Una tras otras, las alcaldías –con pocas excepciones– acumulaban fracasos en sus gestiones. Lo que hicieron las administraciones de Febres-Cordero, primero, pero sobre todo de Nebot, después, fue recuperar el valioso tiempo que los guayaquileños habían perdido por los continuos fracasos municipales.

Pero más que cambiar la ciudad, las alcaldías de Nebot contribuyeron a cambiar a sus ciudadanos; un proceso que había comenzado ya en época de su antecesor. Este es probablemente el mejor aporte que pueden hacer los líderes políticos en su fugaz tránsito por el poder, modelar la actitud de los ciudadanos. Es indudable que en las últimas décadas la actitud de los vecinos de Guayaquil ha tomado un giro cultural importante. Esa sensación de derrotismo y frustración que los embargaba en décadas pasadas –la ciudad parecía condenada a vivir entre el pantano, la basura y la demagogia– ha sido reemplazada por una actitud de mayor optimismo y autoestima.

No hay duda de que a la ciudad le queda mucho por hacer. Administrar ciudades en América Latina no es cosa fácil. Los recursos son escasos y las necesidades casi infinitas. La pobreza que el país ha sufrido durante la última década gracias al fracaso del modelo socialista que adoptó Correa y su pandilla ha impactado en la ciudad y su dinamismo.

¿Optar por la presidencia será el siguiente paso que dé Nebot? No hay una definición aún. Está de más decir que al país se le avecinan los peores tiempos de su reciente historia. La solución de la crisis económica –herencia de una década de corrupción y despilfarro– pasa por un ajuste, del que todos hablan pero que nadie quiere cargar. Pero más grave aún es la quiebra institucional y ética que tiene sumido al país a medida que se va revelando el avanzado grado de putrefacción que tiene el sistema político ecuatoriano.

Son apenas dos de los desafíos que le esperan a Nebot en caso de intentar pasar del sillón de Olmedo al Palacio de Carondelet.(O)

Más relacionadas