El matrimonio entre Jean-Christophe Napoleón, miembro de la familia Bonaparte, pretendiente al trono de Francia y su prometida, la condesa Olympia Elena Maria von un zu Arco-Zinneberg, bisnieta del último emperador de Austria, Carlos I y sobrina nieta (en seis generaciones) de la princesa imperial austriaca María Luisa (1791-1847), convertida en emperatriz de los franceses tras casarse con Napoleón I en 1810, prevista para el 19 de octubre en la catedral Saint-Louis-des-Invalides, en París, es la comidilla de la alta sociedad europea por el eco histórico que despierta.
Los novios están recreando, por su herencia, los sonadísimos esponsales de sus respectivos ancestros Napoleón y María Luisa, una boda que fue un terremoto en el mapa político y dinástico del momento. Napoleón, heredero de la Revolución Francesa y bestia negra de la aristocracia europea además de tradicional azote de los ejércitos austriacos, se casaba, tras repudiar a la emperatriz Josefina, con la princesita de los Habsburgo María Luisa, hija querida de su tradicional archienemigo, el emperador de Austria Francisco I.
No era un matrimonio por amor. De hecho, a la princesita, que contaba 17 años cuando la casaron con el francés, de 40, había sido educada en un odio feroz al “anticristo” que había tomado dos veces Viena. Napoleón la había escogido tras revisar una lista de 18 princesas en edad de concebir: tenía prisa por conseguir un heredero de buena cuna para asegurarse la sucesión de su nueva dinastía. “Me caso con un vientre”, dijo poco elegantemente al decidirse por María Luisa.
Napoleón no había tenido hijos dentro de su matrimonio con Josefina, aunque tenía dos con dos amantes. Y con María Luisa tendría por fin un heredero: Napoleón II, el denominado Rey de Roma, educado por los Habsburgo como duque de Reichstadt y fallecido de tuberculosis en 1832.
Pero al parecer, Napoleón se apasionó por esa bella esposa de 17 años. Y ella le correspondió. Hasta que fue derrocado. Terminado el régimen, volvió a Viena. No tardó en olvidarse de Napoleón en brazos del conde de Neipperg. Con él tuvo cuatro hijos, compartió el ducado de Parma y se casó tras morir su imperial marido en 1821.
El nuevo Napoleón es banquero de inversiones licenciado por Harvard. Está considerado sucesor legítimo de Napoleón I y Napoleón III y emperador de jure por los bonapartistas dinásticos con el nombre de Napoleón VII, pero no es descendiente directo de Napoleón, sino del hermano menor de este, Jérôme Bonaparte, rey de Westfalia.
- Con información de diario español El País.