El Papa, Lula, Moro, Cristina y Bachelet

Danilo Arbilla
Montevideo, Uruguay

¿Qué va a pasar con esta gente?

Abogados y correligionarios de Lula esperaban que este iba a recuperar la libertad, pero no fue así. Parece que el escándalo Moro, el juez que lo condenó por corrupto, todavía no ha tenido efecto o no ha dado los resultados que esperaban sus patrocinadores. El Tribunal Superior Federal negó dos pedidos de libertad para el ex presidente de Brasil, fundador del Partido de los Trabajadores, condenado a 12 años de prisión y con otra condena pendiente por otros 12 años. El tribunal también se ocupará de investigar la actuación de Moro en función de las revelaciones hechas por el portal de izquierda The Intercept sobre “conversaciones” ilegales que Moro mantuvo con el fiscal a cargo de la acusación de Lula.

No parece que vaya a haber muchas sorpresas sobre este tema. En Brasil, como lo hemos señalado más de una vez, además de los protagonista, hay como una mano invisible –leáse las Fuerzas Armadas– que se preocupa de ordenar las cosas de manera tal de no alimentar conmociones sociales. Lula está en la cárcel y realmente, pese a todos los anuncios y amenazas, ha habido muy poca, casi nada, ebullición popular. La calle no se incendió nunca.

Lula, ante la decisión de los jueces, escribió una carta en la que reclama: «Quiero ser juzgado dentro del proceso legal, con base en pruebas y no a convicciones. Quiero ser juzgado por las leyes de mi país y no por los titulares de los diarios”.

Y lo que son las coincidencias, algo parecido ha dicho el papa Francisco, “es fundamental detectar y neutralizar este tipo de prácticas que resultan de la impropia actividad judicial en combinación con operaciones multimediáticas paralelas”.

La “preocupación” de Bergoglio no sería tanto por lo de Lula –aunque ya de paso– sino por su amiga Cristina Kirchner con una docena de causas abiertas por corrupción y ya procesada en cinco de ellas. La ex presidente y actual senadora igual sigue libre, protegida por los fueros parlamentarios al igual que su hijo Máximo, también procesado. La que no tiene fueros es Florencia, hija de aquella y hermana de este y que debería estar en prisión, pero dio parte de enferma desde Cuba, adonde había viajado por sus actividades de cineasta.

En Argentina suceden esas cosas, no hay una mano que ordene.

El peronismo es la fuerza mayor desde hace tres cuartos de siglo, pero es demasiado diverso. Está el peronismo de Cristina Kirchner, el peronismo no kirchnerista, y hasta el propio Macri ha elegido para que lo acompañe en la fórmula un destacado dirigente peronista. ”En Argentina todos somos peronistas”, se dice y algo hay.

Y para hacer más llamativa y curiosa la situación de Argentina, las encuestas dicen que Cristina Kirchner, candidata a vicepresidente por decisión propia, ganaría las elecciones. En eso están una mitad de los argentinos y la otra mitad dice desde hace rato que debería estar presa. El Papa está con Cristina y alerta contra acciones judiciales y operaciones mediáticas. Ya no disimula nada.

Mientras tanto la crisis, la tragedia venezolana se agrava día a día. Es desesperante. Ahora se está pendiente del informe Bachelet, de lo que diga la alta comisionada para los Derechos Humanos de las Naciones Unidas, que realizó una reciente visita a Venezuela, un poco a regañadientes según se comenta. Hay quienes no confían mucho en Bachelet por su filiación ideológica y politica –lo que no impide que las Naciones Unidas le reserve semejante empleo para ella–. Otros sostienen que en función de lo que vio –y que no vio todo– no puede hacer otra cosa que condenar el régimen de Maduro y reclamar un “basta ya” en Venezuela. Esto es, si es que su tarea es defender los derechos humanos.

Hay quienes temen que la ex presidente de Chile se sume a la tendencia seguida en su momento por Lula, y desde el principio por el Papa – con una gran responsabilidad en ello por todo lo que ha ido pasando en Venezuela– de “darle tiempo” a Maduro.

Puede que no ocurra así. Ojalá que no. Sería una gran sorpresa y una soberbia noticia.

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