Soluciones que se vuelven problemas

Maríasol Pons

Guayaquil, Ecuador

Hace ya más del tiempo del que nos gustaría admitir se recurre en Ecuador a crear cada ley como respuesta inmediata a cada problema o situación que surge, como si las grandes heridas se arreglaran con curitas. La aparente solución se vuelve el gran problema, un sistema judicial atestado de normas, leyes, reglamentos y todo tipo de mandatos que son casi tan temporales como el funcionario que las aplica.

Ahora hablamos de la ley de protección de datos, porque unos funcionarios echaron mano a información a la que no debían acceder. También dentro del COIP se penaliza la comercialización de productos agrícolas y agroindustriales como el suero de la leche. ¿Por qué? Poco se entiende, y así a cada situación que salta, salta alguno con un nuevo proyecto de ley que promete rescatarnos de la debacle donde estamos. Así transcurren los años, lustros, décadas con promesas vacías de soluciones parche que más deberían provenir de la conciencia individual.

La política, la vida empresarial y en sí la existencia resulta de la articulación de intereses, de la creación de valor y del intercambio del mismo para tener como meta el progreso individual y por ende el común. Pero esa utopía queda lejos si se hace un examen de gestión del país. Independiente de utopías, no podemos permitir que el mal mayor se vuelva el mal común. Esta inoperancia que castra el motor motivante de cualquier sociedad y economía hay que sacudirlo con la actitud de cada uno de nosotros que empuja hacia delante en vez de recostarse en la hamaca a ver qué plata cae fácil de cualquier parte. La institucionalidad solo se recupera cuando cada ciudadano detiene la violación de la misma, la permisividad es la gran alcahueta.

Vivimos en un sistema diseñado para poner trampas por donde vas, el sistema se presta a la interpretación de quien ejerce de “autoridad”, de quien decide en ese segundo si la documentación es suficiente o falta un “algo” que no se registra por ningún lado. Un sistema que castiga con sanciones desproporcionadas que no van de acuerdo ni a la realidad económica del país ni acordes al costo de generación de los recursos que capta. La solución va por la vía de la simplificación y eliminación de trabas, castigando a quien comete delitos y convirtiendo en supuestos delincuentes a quienes producen. En pensamiento sistémico existe un principio: Las problemas de hoy son las soluciones de ayer. Tocará ponerse a pensar.

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