Ley de la selva

Juan Carlos Díaz Granados

Guayaquil, Ecuador

Los principios básicos del Derecho Internacional se establecieron en el año 1648 en el tratado de Westfalia.  Especialmente los de soberanía e igualdad entre Estados, evitando la interferencia en los asuntos domésticos de cada Estado.

Antes de Westfalia, cada región veía su orden como el correcto y los que habitaban en otras zonas eran considerados “bárbaros”, lo cual justificaba el intervencionismo y la guerra. 

La incesante propaganda del gobierno pasado machacaba diariamente nuestra mente con la importancia del concepto westfaliano de soberanía.  Lo usaba para justificar todo, incluso cuando algún medio de comunicación internacional opinaba diferente al presidente.  Sin embargo, después de ver los actos de vandalismo y golpismo en Ecuador y en otros países, no escucho a la izquierda local defendiendo la soberanía cuando Maduro y Cabello declaran abiertamente su alegría por los desmanes ocurridos.

Pareciera ser parte del plan del foro de Sao Paulo y la reciente reunión de seguimiento del Grupo de Puebla, conformados por ciertos líderes y narcodelincuentes de la izquierda cuya principal intención es captar el poder para enriquecerse y evitar ser sancionados por la justicia de sus países y de las cortes internacionales. 

No podemos caer en esa trampa.  Es normal estar en desacuerdo, pero es incorrecto permitir que se atente contra el orden público con saña.  La fuerza pública y la Fiscalía deben responder, desde su respectivo ámbito de competencia, frente a los autores o cómplices de los actos ilegales y violentos de la delincuencia organizada.

No importa la etnia, minoría, mayoría, partido o fuerzas insurgentes a los que estos criminales pertenezcan; se deben sancionar los delitos tipificados en la legislación y reprimir su cometimiento. Caso contrario, la moraleja de esta historia es que las cosas en Ecuador se obtienen por la fuerza y que cuando se las logran, habrá impunidad.  Implicando que impera la Ley de la Selva y que el uso de la fuerza por parte de los manifestantes es el camino para imponer sus ideas sobre las de los demás.  Un mensaje peligroso.

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