El baile de los ebrios

Hernán Pérez Loose

Guayaquil, Ecuador

El presidente de la Corte Provincial del Guayas –la máxima autoridad judicial de la provincia más poblada del país– está bajo investigación por serios indicios de corrupción. En torno al juez que lo subroga se dijo que quien a su vez reemplazaría al subrogante sería el juez que estuvo en el centro de lo que se conoce como el mayor fraude judicial en la historia del país, un caso donde se atropellaron brutalmente los derechos de los acusados como lo ha denunciado la Comisión Interamericana de Derechos Humanos en un informe reciente. Aunque se desmintió el asunto, ha servido para que el país se entere de que el mencionado juez forma parte de la Sala de lo Penal de la Corte Provincial.

Acaba de revelarse que altos funcionarios del máximo organismo encargado de garantizarnos la transparencia y pureza de las elecciones, el Consejo Nacional Electoral, han estado involucrados en una red de corrupción. Uno de ellos ha estado procesado por delitos contra la fe pública, otros se aprestaban a suscribir un informe con miras a ayudar a la mafia correísta enjuiciada en el caso de los sobornos, y otros se dedicaban a traficar cargos públicos. Dos consejeros de este organismo –Verdesoto y Pita– habían denunciado solitariamente estos hechos y han denunciado otros tantos.

El más votado de los candidatos para el malhadado Consejo de Participación Ciudadana y que fuera luego removido de su cargo por golpista, ha sido ahora apresado por formar parte de una gavilla de delincuente organizados. De paso este personaje resulta que es sacerdote.

Los líderes del movimiento indígena, que en perfecta coordinación con la banda de delincuentes correístas, que el pasado octubre incitaron a la insurrección militar y secuestraron a periodistas –días en que los manifestantes abusaron sexualmente de mujeres policías, incendiaron la Contraloría y destruyeron la capital– no han ocultado que volverán a promover la violencia en el país si el Gobierno no acepta sus demandas. Y ay de aquel que los critique…, pues, será sumariamente condenado por racista y opresor por los nuevos tribunales de la inquisición.

Y hasta mientras, buena parte de la clase política –como ebrios bailando a la madrugada– parece ignorar que el país está a las puertas de una hecatombe financiera y económica. Con un déficit fiscal que supera los 5 mil millones de dólares y un Banco Central de plastilina, el Ecuador es no solo la nación más endeudada de Latinoamérica, tomando como referencia su producto interno bruto. Su economía es, además, una de las menos productivas y que estará estancada por un tiempo. Si la hipocresía de los correístas que salen a pontificar de su modelo económico –que fue el que nos llevó al abismo– es repudiable, como lo es la de venir a darnos clases de ética pública quienes deben responder a la Contraloría por glosas millonarias, igual de repudiable es la indolencia del Gobierno y parte de la supuesta oposición atrapados como están en un laberinto de vanidades, ambiciones y torpezas.

Y encima los pocos empresarios que buscan expandir sus inversiones son asfixiados por un enjambre de oligopolios que pululan gracias a su cinismo y poder político.

¿Cuándo despertamos de tanta indolencia? (O)

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