Ideas para trascender

Heytel Moreno Terán

Guayaquil, Ecuador

La dificultad no estriba en las ideas nuevas, sino en escapar de las viejas” dijo John Maynard Keynes, lo que quiere decir que no basta con ser un generador de pensamiento, ya que la verdadera dificultad radica en implementar las ideas. El que ejecuta su idea logra trascender haciendo eco en la historia.

Sin duda no es nada sencillo trascender y dejar huella, hay que ser líder para lograr la transición de convertir cualquier idea en una realidad que impacte seria y positivamente en la comunidad. Esos líderes no buscan homenaje. El resultado de su obra es la mejor distinción que pueden tener.

Si ese camino es difícil, mucho más espinoso aún, es lograr que esa construcción se mantenga firme y sólida un cuarto de siglo después a pesar de las vicisitudes que el Estado plantea a todo proyecto que genere las oportunidades que el gobierno no crea ni estimula. Y, si eso fuera poco, la proeza es mayor si se logra que esa obra esté en constante evolución y proyectada al futuro, tal como lo logró el primer rector y fundador de la UEES.

Cuando pienso en el sueño de la creación de una institución de educación superior en Ecuador, que además decidió no recibir recursos públicos para su gestión y se convirtió en la primera universidad 100% autofinanciada del país, lo que sucedió por propuesta de los mismos fundadores, me viene a la mente el libro de David Bornstein que hace muchos años me regaló mi madre, titulado El precio de un sueño, que relata la visión de  Muhammad Yanus, quien en 1983 decidió apostar por conceder créditos dirigidos a fomentar la independencia económica; proyecto con el que logró el premio Nobel de la Paz.

La independencia económica a la que se refiere en el libro es de singular relevancia, pero para lograrla hay un factor que necesitamos en nuestro inventario personal, y eso precisamente fue lo que contempló la visión para la creación de la universidad, cuyo plan fundacional pareciera haber considerado la idea de que “La educación no es la preparación para la vida, es la vida misma”. La grandeza de la universidad radica, entre otras cosas, en procurar espacios y ambientes necesarios que nos inviten a prepararnos para la realización de nuestros sueños personales.

Por ello, debemos conmemorar a quienes han generado esos espacios para el estudio de carreras de grado, programas de posgrados y de educación continua, quienes además nos guían en nuestro camino, y en algunos casos nos transforman -sin perder la parte humana- en un componente calibrado de la maquinaria que ayuda a convertir la idea inicial en una meta realizada.

Quienes fuimos alumnos en el aula de clase del rector fundador de la UEES, imaginamos lo que vivió Joyce Meyer cuando dijo que: “Mejor que mil días de estudio diligente, es un día con un gran maestro”. Si todo soñador es un ser visionario adelantado a su época, nada más enriquecedor que aprender de quien obtuvo canas conquistando la cima propuesta, privilegio que hoy tienen sus colaboradores y estudiantes que recorren un campus del primer mundo.

Sobre ese mundo universitario, John Masefield, dijo una frase que viene a mi mente cada vez que recorro el campus de la UEES: “Hay pocas cosas terrenales más bellas que una universidad”. No concibo una persona vinculada a la academia que no llegue a sentirse identificada y hasta seducida con ese pensamiento, ni imagino a personas que recorran un campus bien cuidado y mejor administrado aún, que no acepten ser parte de ese proyecto universitario. He intentado mejorar aquella frase, pero reconozco que no he tenido la iluminación del poeta inglés para sintetizar algo de forma tan precisa y sublime. Llego a la conclusión de que esa elevada inspiración es el resultado de su etapa de marinero.

En cambio, considero que la esencia de Carlos Ortega Maldonado se reduce en aquella frase que dice que “los hijos son la hechura de los padres”; y, en su caso, innegable es que ellos hicieron un gran trabajo formando al mentor de la institución que el 5 de diciembre celebró en sesión solemne sus 25 años de creación. ¡Felices Bodas de Plata!

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