En picada

Hernán Pérez Loose

Guayaquil, Ecuador

Solo una sociedad embrutecida por la corrupción puede permanecer impávida ante la decisión del Consejo de Participación Ciudadana de condecorar a uno de los líderes del movimiento que intentó dar un golpe de Estado el pasado mes de octubre. Es increíble que organismos públicos –financiados con nuestros impuestos– condecoren a los responsables de haber arrasado y destruido nuestra capital durante aquellos días en que se abusó de mujeres policías, se detuvo la producción petrolera, se secuestró a periodistas y se causaron pérdidas por más de 800 millones de dólares. (¡Cuán contentos deben estar los contrabandistas, los narcotraficantes y un cacique manabita al ver que los idiotas ecuatorianos seguiremos subsidiándoles el diésel!).

Cómo será que se ha normalizado la corrupción que ahora resulta que estos señores han forjado el nombre de fallecidos durante esa infame insurrección para fortalecerse en su cínica posición de “víctimas”. Y que hablen de demandar al Estado para reclamar millonarias indemnizaciones amparados en una lectura parcial de un informe de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.

Cómo será que la corrupción ha echado raíces en nuestra cultura política que el correísmo ahora es una pieza importante en los cálculos electorales y con el cuento de que hay que derrotarlo en las urnas se hacen de la vista gorda para permitirle que participe en las próximas elecciones. A tanto llegan la vanidad y torpeza de algunos.

A quienes por una década robaron millones de dólares y pisotearon la dignidad de mujeres y hombres por el delito de criticarlos, a quienes pactaron con el narcotráfico y dejaron jodido al Ecuador para los próximos veinte años, a esa gente hay que derrotarla no en las urnas sino en los tribunales de justicia. La democracia no fue creada para encubrir a delincuentes. ¿Qué tal si en la Alemania de la posguerra se les hubiera dado a los nazis el derecho a participar en la política o a los fascistas en la Italia republicana, con el pretexto de que en democracia es el pueblo y no la justicia la que debía juzgarlos? Se ve que nuestros iluminados líderes desconocen la historia y no han aprendido de la tragedia que atraviesa nuestra vecina Colombia.

No nos extrañemos si la reciente decisión del Consejo Nacional Electoral de aprobar al movimiento político fundado por un delincuente –pese a los reparos de dos de sus vocales y de la propia Contraloría– sea recompensada con la exoneración de su presidenta del juicio político que se le viene. Ese movimiento político será usado por el correísmo para continuar en la escena nacional; será el viaducto de su sobrevivencia política, con gravísimas implicancias no solo para el futuro de nuestra nación, sino también para la geopolítica regional.

Más de una década bajo el régimen más corrupto que haya existido ha dejado una profunda impronta en nuestra sociedad que no es fácil borrarla, ciertamente. Lo asombroso es que haya gente que se aplica a acomodarse a esta realidad sin importarle el enorme daño que esto causa al país. Vamos en picada. (O)

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