A Colombia se le podría salir de las manos el coronavirus

Orlando Avendaño

Miami, Estados Unidos

He estado en contacto con tres personas que dieron positivo al covid-19 y con otras en cuyo círculo cercano hay varios positivos. Del último caso me enteré hoy. Eso me obliga a hacer cuarentena y, por andar de errante, me toca hacerla en una habitación de un hotel en Medellín.

Pero la estoy haciendo de forma voluntaria. Porque al llegar a la ciudad este domingo 15 de marzo, luego de andar por Nueva York en pleno desarrollo del virus chino, pregunté a la autoridad de inmigración si era necesario, dado mi contexto, de someterme a cuarentena y su respuesta fue tajante: «No». Ya yo igual había reservado el hotel.

En el vuelo no solo había colombianos y yo. Pude escuchar a par de franceses y a varios americanos. Y a ninguno, como lucían sanos, le sugirieron siquiera el aislamiento. Nada de control. Pero no solo en Medellín. Tampoco en Panamá o Estados Unidos. En el mejor de los casos te obligaban a llenar un cuestionario.

Me recluí en la habitación y traté de reportar inmediatamente mi caso a las autoridades de salud. Luego de intentar todo un día, nadie contestó en ninguna de las líneas. Ni en la habitual, el 911 colombiano, ni en las dedicadas especialmente a la pandemia. Fue al día siguiente, luego de saltarme los pasos habituales, que pude hablar con algunas personas. Mi caso pasó a la secretaría de salud y, en una de las llamadas, una persona, sumamente amable, me dijo: «Hay muy pocos tests. El protocolo nos obliga a limitarlo a las personas que no solo cuentan con todos los factores para sospechar que tienen coronavirus, sino que además tengan fuertes síntomas». Luego, agregó: «Y eso que tú eres la persona, de todos los casos que he visto aquí en Medellín, que más expuesto ha estado al virus. Pero debemos ajustarnos al protocolo». Es completamente absurdo. Lo que la amable persona prácticamente me estaba diciendo era: le haremos el test a los que incuestionablemente tienen coronavirus.

España hoy está sumida en una verdadera catástrofe sanitaria y es, en gran parte, por esbozar su estrategia contra el coronavirus a partir de esa absurda premisa. Hoy en el Congreso español, el portavoz de Vox, Iván Espinosa, dijo algo muy sensato: «No hacer el test solo genera un resultado: falsear las estadísticas de contagio. Es decir: ocultar la gravedad del problema. Y ocultar la gravedad del problema impide precisamente poner los medios necesarios para resolverlo correctamente». También dijo algo incuestionable: falsear las estadísticas, y ante el hecho de que no se puedan ocultar las muertes, sube drásticamente la tasa de mortalidad y deja en dramático descrédito a España.

No son pocos los testimonios en España de personas que, aún con síntomas y luego de haber estado expuestas a infectados, no tienen acceso al test porque las autoridades no lo consideran necesario.

Toda esta irresponsabilidad también deja libre a cientos de miles que, debido a que no presentan síntomas y no saben si han estado en contacto con algún infectado, siguen llevando una vida normal y una rutina en la que ponen en peligro a los más vulnerables.

Ahora eso está ocurriendo en Colombia. El número de tests es limitado y el servicio ya está saturado —y eso que apenas hablamos de más de 70 casos—. Yo me quedaré en la habitación del hotel y, si es necesario por sugerencia de las autoridades debido a la escasez del recurso, no me haré el test pero sí me someteré a la rigurosidad de la cuarentena. Afortunadamente cargo mis libros y la laptop. Pero mientras, en Colombia se sigue esparciendo raudamente el coronavirus y miles de personas, sin tener la menor idea de si están contagiadas, salen a hacer mercado, acuden al trabajo y visitan a familiares ancianos.

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