¿Objetividad u objetivos?

Raúl Andrade Gándara

Rochester, Estados Unidos

Qué terrible la situación en Guayas. Ese parece ser el tema en estos días. Y en efecto, la caída libre de Carlos Luis Morales (caída anunciada y previsible), es ampliamente reseñada. No se pierde oportunidad para señalar a Jaime Nebot como el responsable, por cálculo electoral y necedad, de semejante despropósito. Y es cierto. Los errores se pagan. Y el lavamanos es tardío e inútil.

Pero justo es reconocer también que ha habido una reacción clara de censura al hecho. Se han cerrado filas y se ha asumido la responsabilidad. Y hay que reconocer esa capacidad de censura, que no vemos en Pichincha frente a los claros afanes conspiradores de la prefecto Paola Pavón, cuyo ejercicio con grillete es una burla para la provincia entera, ni frente a los despropósitos del alcalde Jorge Yunda, que escurre el bulto frente a toda responsabilidad y cada día le cuesta dinero a la capital sin que nadie de los atentos columnistas ni políticos, partidos incluidos, se sienta obligado a reclamar ni sobretodo encabezar protesta articulada alguna frente a estos personajes.

Y eso también es cierto. Y es muy preocupante.

Lo políticamente correcto, lo que da réditos electorales, es criticar el hecho lejano, frotarse las manos por el fracaso del PSC por cálculo sin detenerse a mirar la preocupante situación de Pichincha y del resto del país. Desde el altiplano, los alicaídos partidos se frotan las manos frente al fracaso de otras agrupaciones por intereses, no por ética.

Seguimos siendo parroquianos y llenos de canibalismos. Eso permitió que tengamos las autoridades que hoy tenemos y sobre las cuales intentamos mantener un manto encubridor para no reconocer nuestro fracaso.

No sé si el modelo de Guayaquil es exitoso o no. Y es claro que tiene deficiencias. Pero estoy seguro que la ausencia de modelo en Pichincha y su naufragio es mucho más grave y corrosiva, a pesar de la presencia de un gobierno central que podría y debe tomar cartas en el asunto, como en muchas otras cosas.

Igual fenómeno acontece en Manabi, donde una mafia organizada convirtió en caja chica el dinero de todos para estafar a una provincia urgida de obras. Y es lamentable también el silencio de las organizaciones políticas, nuevas y viejas, sobre este nuevo saqueo.

No me detendré en preguntas retóricas sobre el qué nos pasa. Pero si haré votos para que dejemos a un lado las actitudes olímpicas y empecemos a tomar el toro por los cuernos. Sin lanzarnos la pelota de un lado a otro. La nefasta herencia de Correone está a pocos pasos, escondida detrás de los principales edificios públicos, y preferimos mirar y criticar fracasos a la lejanía antes que enfrentar nuestra responsabilidad en el desgobierno que nos agobia.

Es hora de fajarnos frente al caos y tomar acciones coordinadas y eficaces para salir del marasmo. Solo cuando resolvamos el conflicto casa adentro podremos investirnos de autoridad moral para exigir cambios en el caciquismo de la política nacional. De lo contrario, las críticas de puertas afuera caerán en el vacío por circunstánciales, fruto del cálculo electoral y no del civismo obligatorio que debería motivarlas.

Es hora de pensarlo muy en serio. Todos tenemos que aportar en esa tarea. Es el Ecuador y su futuro lo que está en juego. Se tenía que decir y se dijo. Claro y fuerte. Ojalá tenga eco.

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