¿Y se hace llamar aliado?

Samuel Uzcátegui

Quito, Ecuador

“¡Importante reunión en el marco de la @ComunidadAndina con los presidentes de Perú, Colombia, Bolivia y Juan Guaidó!” publicaba en un tweet el presidente Lenín Moreno el pasado miércoles 8 de julio. ¿Notan algo peculiar? Yo sí, nombrar a presidentes y después pasar a Juan Guaidó, con su nombre de pila sin ningún título que le preceda, es una manera sutil de deslegitimar las atribuciones que tiene éste como el presidente interino de Venezuela. Resulta confuso, aún más tomando en cuenta lo sucedido el año pasado, cuando Moreno recibió a Guaidó en el Ecuador entre bombos, platillos y el protocolo oficial digno de la primera autoridad de un país.

Moreno disfrutó la visita de una de las personalidades políticas más famosas y populares de la región para el momento, y no dudó en amplificar su rol como ‘aliado del pueblo de Venezuela en su búsqueda por la libertad y democracia’.  Ahora, le llama por su nombre.  Sí, es cierto que la figura del interinato se ha desinflado, que el panorama político en Venezuela ha cambiado considerablemente y que incluso el principal aliado, Estados Unidos, tiene sus dudas, pero ¿de dónde nace el cambio en la vocería del gobierno ecuatoriano, y a qué interés responde?

No es la primera vez que ocurre, se han visto varios casos en la gimnasia mental que hacen algunos países para satisfacer los intereses de todas las partes, donde las facultades que le atribuyen a Guaidó mutan de presidente de Venezuela a presidente de la Asamblea, de presidente de la Asamblea a diputado, de diputado a opositor, de opositor a ingeniero y de ingeniero a nada. Podría verse como un intento de Lenin Moreno de distanciarse de la causa por la libertad en Venezuela para apelar a aquel público negacionista de la dictadura, como el de su otrora aliado Rafael Correa. Sería una movida rentable, dada la pérdida de interés que ciertos sectores han tenido por la crisis en Venezuela, opacada, con toda razón, por la pandemia del coronavirus. Un acto simple, en el que no sacrifica nada del nulo capital político que le queda tras su mala administración de la pandemia.

Las reacciones no tardaron en llegar; agentes del chavismo y el correísmo utilizaron el tweet del presidente para regodearse en el fracaso de Juan Guaidó y, para variar, hacer proselitismo por Nicolás Maduro. Los apologistas lamebotas de dictadores jamás desaprovecharían tal oportunidad. Una declaración tangible que pone en jaque el reconocimiento del Ecuador hacia Juan Guaidó como presidente interino de Venezuela. Pueden tildarme de exagerado y alegar que lo dicho por Lenin Moreno sea tan solo un error en la redacción, sin malicia alguna. En su primer tweet, ahora borrado, habían etiquetado a una cuenta equivocada pensando que era la de la Comunidad Andina, así que podría verse el hecho como otro fallo desatendido, que no corrigieron. Yo no lo creo.

Lenin Moreno tiene un historial de ser un falso aliado con el caso de Venezuela. De ser un aliado de cartón, solo en teoría y no en práctica. Solo en discurso y no en acción. Hagamos un repaso: PDVSA es la empresa petrolera estatal de Venezuela, desfalcada por el régimen chavista y sancionada por Estados Unidos, con una prohibición de hacer negocios con el resto del mundo y el establecimiento de represalias económicas a aquellos que se atrevan. En Ecuador, la filial de PDVSA, PDV Ecuador, funciona libremente. Hay decenas de estaciones de servicio de PDV a lo largo del país y nada ni nadie que los detenga. ¿De qué sirve que Estados Unidos sancione a PDVSA si Ecuador no coopera? ¿De qué sirve identificarse como aliado del pueblo de Venezuela cuando permite que la dictadura obtenga millonarios ingresos de su filial en Ecuador? Hacer caso omiso a las sanciones de Estados Unidos y permitir que PDV funcione en territorio ecuatoriano es complicidad.

Lo mismo ocurre con las trabas instauradas por el gobierno ecuatoriano para todos aquellos migrantes venezolanos que busquen regularizarse en el país. En la pandemia encontraron el aliado perfecto para cumplir su objetivo de cerrarle la puerta a la diáspora venezolana. Suspendieron los trámites migratorios por meses y ahora, sin previo aviso, anuncian que los venezolanos tienen hasta mediados de agosto para terminar su solicitud de la visa ‘humanitaria’. Visa humanitaria a las que muchos no podrán acceder, porque de humanitaria solo tiene el nombre. Su costo es de $50 dólares, y eso sin contar el gasto que los migrantes tienen que hacer pagándole a funcionarios corruptos en Venezuela para tener acceso, en un país con instituciones quebradas, a documentos como antecedentes penales y pasaportes.

Serán miles los migrantes que no puedan cumplir con el plazo por no tener dinero alguno, tomando en cuenta que es una población donde el 89% de los ciudadanos carece de trabajo formal, y ese dato es pre-pandemia, lo que indica que actualmente es mucho peor. En un par de meses saldrá la noticia de que el gobierno ecuatoriano ha retomado su política de deportaciones masivas a indocumentados. O, como ellos le llaman, “salidas voluntarias”. Ese edulcorante nombre que le pusieron a tan vil acción, que es forzar a los migrantes a volver a vivir en la dictadura que los expulsó.

También es importante considerar la criminalización de los migrantes por parte de la administración de Lenin Moreno, catalizada por la aporofobia y xenofobia institucional que la caracteriza. Como cuando el ahora exvicepresidente Otto Sonnenholzner decía que la mayoría de los criminales detenidos en las protestas de octubre del año pasado venían del “país del señor de los bigotes”, sin presentar prueba alguna y poniendo un blanco en la espalda de todo migrante inocente y ajeno al conflicto. Es el uso del migrante como chivo expiatorio y como saco de boxeo, para culparlo de todos los males y lavarse las manos frente a sus verdaderas responsabilidades. Eso sí, cuando necesitaban pedir dinero a organismos multilaterales para “atender la migración venezolana”, el discurso cambiaba radicalmente. Ya la migración no tenía una connotación negativa sino era una faceta más del país pluricultural y multiétnico que es Ecuador. Pura palabrería para recibir decenas de millones de dólares por parte de la ONU, la Unión Europea y USAID, fondos que nunca han sido públicamente auditados. No se sabe cómo se repartió ni a dónde fue a parar el dinero que correspondía a ayudar a los migrantes.

Lenin Moreno no es ningún aliado del pueblo de Venezuela. Su ignorancia ante temas de coyuntura y su inacción son prueba de ello. Su administración nunca buscó unirse formalmente al Grupo de Lima, pero sí integró al nefasto Grupo Internacional de Contacto, promotor del diálogo con la dictadura, alternativa que lleva decenas de intentos y ningún éxito. Su cercanía a Guaidó solo fue para tratar de contagiarse de su popularidad en el momento y cuando vio que no funcionó, se apartó. Venezuela terminó siendo tan solo una ficha que Moreno utilizó como ejemplo negativo cada vez que necesitó justificar sus decisiones.

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