Asamblea, narcotráfico y pesca ilegal

Alberto Molina

Alberto Molina Flores

Guayaquil, Ecuador

El Honorable Congreso Nacional y los Honorables Diputados, quedaros para la historia; la palabra “Honorable” en la Asamblea actual está proscrita. Hay unos pocos asambleístas que llegaron a la legislatura a cumplir con sus responsabilidades y con la firme convicción de que iban a legislar y a fiscalizar sin otro compromiso que no sea con los más altos intereses de la patria; desgraciadamente, para la mayoría, ganar una curul en la Asamblea Nacional resultó un gran negocio, una suerte de lotería (“Viste el negocio de ser asambleísta”).

Me dirán que antes hubo de todo, pugnas, pactos, insultos, cenicerazos, puñetes y hasta bala; pero igual, hubo tribunos, verdaderos referentes del quehacer ético de la política, se los recuerda con admiración y respeto. Los Congresos de antaño, jamás llegaron a la degradación del actual. Sin ahondar en detalles que son harto conocidos, simplemente me referiré a la aceptación ciudadana de la Asamblea Nacional que es del 6.1% y la credibilidad de la palabra de los asambleístas que es del 4.5%. Del total de los 137 asambleístas, 104 están legalmente en posibilidades de ser reelegidos, me pregunto: de los 104, ¿cuántos asambleístas tendrán el descaro de ir a pedir el voto para ser reelegidos?

Aparte de la pandemia del coronavirus y de la terrible pandemia de la corrupción, ahora son dos amenazas que se suman, el narcotráfico y la pesca ilegal en grandes proporciones, especialmente de la numerosa flota pesquera china. Frente a estas dos amenazas, el Ecuador tiene capacidades limitadas, razón suficiente para acudir a la ayuda de países amigos que tienen recursos y una alta tecnología, como es el caso de Estados Unidos.

Para refrescar nuestra frágil memoria, recordemos que en el gobierno de Rafael Correa el país estuvo en total indefensión; siete años sin radares; las avionetas de los narcotraficantes, especialmente de los carteles mexicanos, entraban y salían de nuestro país a su entera libertad.

Después del ataque de las Fuerzas Armadas de Colombia al destacamento de las FARC en nuestro territorio (Angostura), en la provincia de Sucumbíos de la Amazonía (marzo de 2008), en donde fueron abatidos el segundo a bordo de la narcoguerrilla de las FARC, alias “Raúl Reyes”, y una veintena de subversivos, Correa desmanteló los servicios de inteligencia de las Fuerzas Armadas y de la Policía Nacional, acusando a los oficiales de estar al servicio de la CIA norteamericana.

Existen los testimonios, en videos, de varios jerarcas de la narcoguerrilla de las FARC que fueron abatidos, en los que declaran haber aportado económicamente a la campaña electoral del entonces candidato Rafael Correa.

Los escándalos de corrupción son pan de cada día, razón para minimizar las noticias sobre la captura, en diferentes lugares de nuestro país, de cientos de kilos y hasta toneladas de droga, sin que nos llame la atención.  ¡Cuidado nos convirtamos en la Medellín de la época de los terribles carteles de la droga con tanto ajuste de cuentas por sicariato! ¡Ah!, no nos olvidemos del lavado de los narcodólares, ojalá no vengan a financiar las campañas electorales y peor que se haga efectiva la “profecía” del doctor Francisco Huerta: que nuestro atribulado país se convierta en un narcoestado.

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